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Tribuna libre

Santiago Navajas

Don Quijote, Breaking Bad y Sheldon

Excéntrico y apasionado, don Quijote no terminó de caer en la esquizofrenia paranoide porque tenía a su lado a Sancho Panza, el principio de realidad con dos patas. La novela de Cervantes se puede leer de muchas formas pero mi preferida es la que subraya la amistad que se desarrolla entre la noche y el día, entre el caballero idealista y el pragmático escudero. Aunque al principio únicamente les une el interés, espiritual en el caso del hidalgo (¡el honor!) y material por lo que concierne al campesino (¡una ínsula!), poco a poco va surgiendo entre ellos no solo el cariño que surge del roce sino también la admiración ante las facultades tan distintas que los adornan.

En la segunda parte don Quijote el Loco muere en el capítulo 67, una vez que Quijano se da cuenta de la imposibilidad de su grotesca aspiración, aunque no vuelve a ser "él mismo" sino que cambia el delirio de la caballería andante por la del pastoreo galante, convertido en el pastor Quijótiz, menos heroico pero mucho más tranquilo. Finalmente, en el capítulo 74, muere Alonso Quijano el Bueno, que hoy sería un adicto a las series de televisión y en lugar de caballero andante se creería fabricante y traficante de metanfetamina en la frontera mexicana. ¿Qué es Breaking Bad sino una variación del tema de la sublimación de la aburrida vida burguesa y la amistad entre dos tipos que son como el agua y el aceite? Por otra parte, ¿quiénes mejor que Jim Parsons y Johnny Galecki para interpretar en una serie de la HBO a los dos protagonistas de Cervantes? Quizás sus nombres les digan poco pero si les aclaro que son los protagonistas de The Theory of Bing Bang , concretamente Sheldon Cooper y Leonard Hofstadter, entonces quizás me den la razón en que la comedia televisiva norteamericana tiene mucho puntos en común con la invención del escritor español.

The Big Bang Theory también es el relato de una gran amistad y de la superioridad de la libertad de la fantasía contra los grilletes de las convenciones. Sheldon Cooper es un genial físico solo que tiene el pequeño defecto de padecer el síndrome de Asperger. ¿"Padecer" he dicho? Desviado respecto de la norma social, Cooper es tan excéntrico que está a un milímetro de aventurarse en el agujero negro de la locura. Sin embargo, tiene la suerte, como en su momento Alonso Quijano, de toparse con un tipo casi tan brillante como él, lo que le permite entenderlo, pero con los pies bien anclados en la tierra en lugar de levitar dentro de un castillo en el aire: Leonard Hofstadter. O cuando la física teórica comprendió que necesitaba a la física experimental para no perderse en los alambicados y estériles sueños de la metafísica.

En La vida privada de Sherlock Holmes , Billy Wilder describe a un detective complejo y susceptible, demasiado inteligente para darse por satisfecho, demasiado prodigioso para la cordura. En un momento le dice a su Sancho Panza particular: "Cómo le envidio, Watson, apacible, imperturbable, prosaico. Mi mente se rebela contra el estancamiento. Es como un motor que va destruyéndose por no estar acoplado a la maquinaria para la que fue construido". Alonso Quijano sentía lo mismo, solo que en lugar de en el neblinoso Londres, en la indolente y soporífera llanura castellana que convirtió, gracias a sus arrebatos y desafíos, en un parque de atracciones lleno de terribles gigantes y hermosas princesas.

Igual de frustrado y aburrido se encontraba el genial Walter White en la que es una de las mejores series de televisión. Breaking Bad relata cómo un anodino profesor de química se transmuta en un terrorífico capo de la mafia, acompañado de un limitado y vulgar ayudante que hace las veces, a su pesar en muchas ocasiones, de escudero del narcotráfico. Lo que significó Don Quijote para Quijano lo será Heisenberg para White. Una vez probada la miel de la poesía, ¿quién se conformaría con la hiel de la prosa? De don Quijote a Sheldon Cooper, pasando por Sherlock Holmes o Walter White, todos estos personajes nos atraen porque representan lo mejor de la especie humana: el ansia de libertad y el poder de la fantasía. Al mismo tiempo que nos recuerdan que, de todos modos, nada más importante que un buen amigo y un hogar al que volver tras las divertidas pero dolorosas aventuras de la vida. O que tras el "carpe diem" bien vale un "aurea mediocritas".

* Profesor de Filosofía

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