Pocas cosas son tan tediosas como las consultas de la Seguridad Social. Las conversaciones se limitan a la mínima expresión. Unos exhiben el número que le corresponde, otros discuten y expresan su malestar cuando un nuevo enfermo accede a su derecho a última hora. No es habiual relatar alguna historia de interés. Pero, en una ocasión, uno de los contertulios sacó a colación un tema inesperado. Algo difícilmernte creíble ya que solo se sustentaba en una fuente --testis unus, testis nullus--. El caso es que conforme era relatado mientrasa esperábamos el turno ganaba en interés, y al final me dejó fascinado, como no podía ser menos. Lo que había empezado como la deserción de un simple soldado montillano en los sucesos de Sidi Ifni, un pequeño territorio español desde 1860, continuamente acosado por los bereberes, se convirtió en una gesta totalmente desconocida con la huida del soldado que recorrió por sus propios medios la distancia hasta Agadir y más tarde hasta Montilla sin ayuda y ninguna preparación militar. El incansable soldado montillano regresó a pie espoleado por el deseo de volver a su tierra. Al parecer, durante el resto de su vida mantuvo en secreto el derroche de valor y fortaleza física demostrado al llevar a cabo lo que pudo convertirse en un acto de heroísmo y de resistencia... Así lo escuché de un familiar que pidió encarecidamente el anonimato. El andarín murió hace ya muchos años y la memoria quedó reducida a una charla en el Centro de Salud de Montilla. Posiblemente tenga más de leyenda que de realidad si se aprecia con la más mínima documentación las dificultades que conlleva una proeza de tales dimensiones. Lo que no me cabe la menor duda es que el relato vino a animar uno de los sitios más aburridos donde esperar el turno para ser atendido de mis múltiples dolencias que no ofrecen, lamentablemente, ningún género de dudas.

* Maestro