Entre los balances del 2015 que se ofrecen en enero destaca, por lo que se refiere a Córdoba, el comportamiento de los autónomos y de las empresas familiares, que han demostrado una gran resistencia y capacidad de adaptación --pese a las inevitables y numerosas bajas-- durante los largos años de la crisis, y que en el 2015 mantienen la tendencia a la recuperación iniciada un año antes.

Actividad económica y familia están imbricadas en Córdoba hasta el punto de que el 93% del tejido productivo de la provincia lo forman las empresas familiares. La mayoría son microempresas o pymes, poco más que autónomos que van ampliando su negocio con la colaboración del cónyuge, hermanos o hijos. En ellas destaca, según el análisis de la Cátedra Prasa de Empresa Familiar, su mayor longevidad (una media de 31,7 años frente a los 26,3 de otro tipo de sociedades) y el papel más relevante de la mujer en tareas de dirección (17%). Entre sus ventajas, la mayor estabilidad y compromiso, así como flexibilidad a la hora de reorientar sus funciones; entre las desventajas, el enorme riesgo patrimonial, la influencia del factor humano en la toma de decisiones y el problema de la sucesión, pues pocas alcanzan la tercera generación. Las pymes familiares pueden ser el germen de grandes corporaciones, y así se ha visto en Córdoba con emporios desarrollados durante décadas que, en su mayoría, han ido cayendo o reduciéndose tras el estallido de la burbuja financiera e inmobiliaria, de modo que son pocos los ejemplos que quedan, la mayoría situados en el ámbito de la mediana empresa.

En cuanto a los autónomos, la cifra supera los 50.000 en la provincia y son relativamente optimistas en sus previsiones para el 2016, aunque muy cautelosos: solo el 35% prevé ampliar su plantilla, según el barómetro de la Federación ATA. Sus grandes problemas, la caída del volumen de trabajo y la morosidad.

¿Cómo respaldar a estas firmas y trabajadores por cuenta propia que son la base del tejido productivo y del empleo provincial? Pues en el marco del apoyo al conjunto del sector empresarial, dado que en Córdoba lo ocupan casi en su totalidad. Más claridad en las normas y facilidades en materia impositiva para que heredar un negocio no suponga la ruina de los sucesores, más flexibilidad en los trámites administrativos y cotizaciones a la Seguridad Social, pronto pago de las administraciones a sus proveedores, ayuda a la formación y a la contratación, redes para que tengan mejor acceso a las nuevas tecnologías y a los cluster o alianzas sectoriales... Autónomos y empresas familiares son un valor importante por su apego al territorio y planes a largo plazo, y en él deben las instituciones poner una mirada atenta para que sean la base de la recuperación económica. Durante la crisis se les abandonó a su suerte. A ver si es posible ayudarlos en estos momentos para que se fortalezcan y sean protagonistas de la todavía incierta recuperación económica.