Frente al "maltrato de género", que en nuestra sociedad está bien documentado, tenemos silenciada la violencia al hombre por su pareja. Podría pensarse que esto va ligado al sexo, así la femenina es incruenta, de hecho, cuando entre ellas pelean se tiran de la melena, mientras que los hombres se dan patadas en la entrepierna y puñetazos en la nariz hasta espachurrársela. Y a pesar de ese brutal instinto, si es su mujer la que le araña, lo disimulan maquillándose, o si le ataca psicológicamente en su línea de flotación, la hombría o la virilidad, que lo identifican como ser humano, entra en crisis de identidad; queda vacío y como "relojes blandos", arrugado.

No salen a la luz hombres maltratados, aun existiendo en todos los niveles socioeconómicos, y se considera la legislación "totalmente injusta", ya que "se protege más a la mujer". "No hace falta diferenciar, hay que proteger a las víctimas, pero a todas por igual, hombres incluídos". He llamado al 016 y me dicen que solo atienden la de género, que los hombres llamemos a la Guardia Civil. Y en el de la Junta de Andalucia, que cuando esté siendo apaleado por mi compañera, que llame a la policía para que la pillen in fraganti . ¿Igualdad? ¡Dame el voto y dime tonto!

Siendo elegido decano de la Facultad de Medicina de Córdoba, decidí poner en marcha un rotatorio para que los alumnos de los últimos cursos fueran, durante sus vacaciones, a hacer prácticas en el medio rural. A un médico le pregunté con qué tipo de patología rocambolesca se había tenido que enfrentar en el pueblo.

--Un paciente vino a pedirme que le hiciera un certificado con la longitud de su pene. Su mujer lo tenía acomplejado, pues decía que no la dejaba embarazada porque lo tenía corto, lo ridiculizaba. Estaba avergonzado y obsesionado hasta tal extremo, que no podía dejar de ser "mirón" en los urinarios. He terminado tallando a todos los casados; sus mujeres se lo exigen, se desternillan, han hecho un ranking . Ellos están deprimidos, los tengo con Prozac, pues la sonrisita de cualquier vecina les come la moral.

Ahora esto no se comprende, pues basta con hojear el CORDOBA y ver a "Paco León sin ropa", que tiene una hija preciosa, para liberarse de esa vejación. En estos pueblos no se da la violencia de género, pero es muy cruel la psicológica de la mujer contra su pareja y abusan hasta el límite de su resistencia. Creo, con Esther Vilar, que por selección natural se reproducen precisamente las mujeres más aptas para la doma del varón.

Otro me pidió que le recetara anti-antojos. Estaba su mujer embarazada y a las tres de la madrugada se le antojaba un bocadillo de jamón de bellota. El pobre hombre, cada noche, iba a despertar al tendero a que le fiara el bocata, que lo ganado con la aceituna no daba para tanto. No podía consentir que su hijo saliera con un estigma en la frente, reprochándole de por vida que fuera un roñoso, como ella le aseguraba si no la complacía. Le prohibí el jamón. En el parto, Jacinto me confesó que a partir de aquella noche el taco lo pedía de "lomo de orza", hasta que dejaron de fiarle, y desde entonces le estaba dando antiantojos que le despachó el chamán de Guarromán. Consistía en un manojo de 7 ramas de olivo (Flagrum romano ), y cuando entraba el capricho tenía que darle "suaves" latigazos, hasta que se le pasara. El parto fue bueno, el niño, hermoso; y por el antiantojo, el culo de la madre rojo. Desistimos de enviar alumnos a los curanderos.

Me ha venido una señora para rogarme que dé testimonio de esta historia: Juan Antonio era un hombre bueno, pero brutalmente maltratado física y psíquicamente por su mujer, incluso delante de sus tres hijos menores. Una mañana, la pequeña amaneció con fiebre y la madre dispuso llevarla al único médico del pueblo. --No, a este médico no la llevamos-- le dijo su esposo. ¿Te has olvidado de lo que nos hizo sufrir con los linderos? Vamos a llevarla a Córdoba y que la vea mi prima, que además es pediatra. --¡Siempre tienes que llevarme la contraria! --le gritó--, y siguió insultándole a voces, como siempre, para que todo el mundo la oyera. --¡No se te ocurra salir mientras me cambio, le dijo el marido-- que antes te quito de en medio! --¡Cobarde! --le contestó-- atrévete si eres capaz, tú no tienes agallas para eso y, caso omiso, salió insultandolo: Calzonazos, prefiere que se muera su hija con tal de ver a su parienta. Cuando volvieron, retumbaron sus alaridos. Un mulero en el establo disfrutaba oyéndola: --Ya era hora --pensaba-- de que el amo tomara la fusta y le calentara el cuerpo.

Conocía ese suceso, le dije a mi visitadora, y creo que tú, con muchos años más, eres Rosita. --En efecto, me contestó: la niña de 6 años que, al volver con su madre del médico, se encontró con que su padre estaba colgando del techo.

* Catedrático emérito de Medicina