La Hungría ultraderechista de Viktor Orban no está sola en el Este europeo. Las últimas elecciones en Polonia apearon del poder a la derecha liberal de Plataforma Cívica para dar la victoria al ultraconservador Ley y Justicia (PiS, en sus siglas en polaco), el partido conocido como el de los gemelos Kaczynski, liderado ahora por Jaroslaw tras la muerte de Lech en accidente aéreo. En menos de dos meses desde que ganó los comicios, el PiS se ha quitado la careta de moderación con la que concurrió a las urnas y se ha puesto manos a la obra para deshacer la armadura del Estado de derecho, en el que cree muy poco. El mayor golpe hasta ahora ha sido la reforma del Tribunal Constitucional con el objetivo de poder controlarlo, una reforma que ha sacado a la calle en varias ciudades a miles de manifestantes contrarios al control y a la falta de independencia del alto tribunal. Siendo la de mayor envergadura, esta no es la única medida adoptada que atenta contra los principios que rigen en la Unión Europea, de la que Polonia es un miembro de gran peso geográfico y demográfico. En nombre del patriotismo, el partido de Kaczynski ha amenazado a los medios de comunicación que no le son afines y al mundo de la cultura, es contrario a la política de acogida de refugiados de la UE, y ha eliminado las ayudas a la fecundación in vitro, una iniciativa contraria a los más elementales criterios de avance científico en beneficio de los ciudadanos. Polonia ha emprendido un camino preocupante.