El niño entró en el laboratorio de su padre dispuesto a descubrir el misterio de todos aquellos frascos con líquidos de distintos colores que se guardaban cuidadosamente en un armario de cristal. El niño cogió una probeta grande y echó en ella un poco de líquido blanco, luego algo de líquido azul y así fue añadiendo líquidos de distintos colores: verde, rojo, morado, amarillo y hasta uno algo oscuro, casi negro, y vio que todos parecían mezclarse dando como resultado un líquido de un color feo, difícil de definir. Mirando qué más podía añadir a su experimento, cogió una botellita con un cuello de cuentagotas que encontró en una estantería, tiró una sola gota de aquel líquido en la probeta y ¡horror, la que se armó!, la mezcla de líquidos empezó a calentarse, luego a burbujear, a echar un humo fétido y finalmente se produjo una gran explosión que hizo que el pequeño investigador saliese corriendo del laboratorio, asustadísimo por aquella reacción que nunca había pensado que se podría dar.

Europa es este laboratorio con una enorme diversidad de elementos humanos, con culturas, lenguas, valores, costumbres e ideales de muy distintos colores. Están los pueblos latinos, germanos, eslavos, mestizos anglo-sajones, ugro-finos y otros. El arco iris ideológico del continente va del aparentemente inocente blanco del neo-liberalismo capitalista, al rojo oscuro de la izquierda radical, pasando por el azul neo-nazi, el verde ecologista, el negro oscuro xenófobo y racista, el amarillo nacionalista patriotero, el morado de los ilusos soñadores, y otros grupos con distintas tonalidades de estos colores básicos. Esta enorme variedad de colores están juntos en una misma probeta en un estado de equilibrio sólo aparentemente estable, pero un día, de una pequeña botella llamada Grecia, cae una sola gota y, como potente catalizador da lugar a una trágica reacción que muestra lo que realmente es el viejo continente: dos grupos básicos de mezclas de colores: los que se esfuerzan por unirse, pero, eso sí, sin querer sacrificar nada de su propia identidad, para crear un nuevo color, llamado "Europa", y otro grupo que siempre ha luchado abierta o soterradamente, para imponer a todos su propio y único color.

El catalizador es Grecia y la gota que ha producido la trágica reacción ha sido un idealista joven primer ministro, Alexis Tsipras quién negociando una salida a la caótica situación económica del país, que él no había creado sino heredado de los anteriores gobiernos, tuvo la imprudente osadía de querer actuar democráticamente, consultando al pueblo que representaba, antes de aceptar unas condiciones que le parecían demasiado duras. Pero bastó esta pequeña gota de democracia para que todos los grupos se levantasen, se quitasen las máscaras, y mostrando lo que realmente son, "utilizasen" el noble gesto de Alexis Tsipras para defender sus propios objetivos egoístas. Todos los grupos antieuropeos: xenófobos franceses, racistas holandeses, secesionistas británicos, nacionalistas húngaro, y radicales de izquierdas, vieron en el referéndum una oportunidad para atacar al neoliberalismo y a su aparato burocrático de Bruselas, mientras que los capitalistas acreedores, actuando como verdaderos usureros, se sintieron ofendidos por el atrevimiento del pequeño primer ministro de un pequeño país como Grecia, que ponía en duda la sabiduría del poder financiero del viejo continente. Y en esta lucha tan desigual ganó, una vez más y como se podía esperar, el utilitarismo a las ideologías, el dinero a la política.

Esta tragedia, verdaderamente griega, podríamos, sin embargo, aprovecharla si sabemos usarla como una profunda catarsis que a través del miedo, la ira y la compasión vistos tan de cerca, nos ayude a purificar nuestra visión de la Europa real, y a descubrir los obstáculos que todavía nos falta superar, en especial el orgullo (la hybris), causa de todos los males, que hace que unos se sientan superiores a otros, engendrando una desconfianza mutua que imposibilita cualquier tipo de diálogo o negociación creativos. Solo así podremos caminar juntos hacia la construcción de una casa común que realice el ideal griego de belleza de "proporción y armonía" de todos los pueblos de Europa.

* Profesor