La edad es cada vez más frecuente entre los temas de conversación con mis amigos y contertulios. El que más o la que menos traen a la palestra algún que otro achaque o incluso la preocupación por una improbable avería. E incluso los que callamos, en nuestro fuero interno, somos conscientes de que el tiempo pasa a velocidad de crucero empujando nuestras vidas hacia el encuentro con la muerte.

Aparte de eso, no hacemos más que repetirnos los unos a los otros que estamos igual que siempre, igual que cuando nos juntábamos a beber biberones en Casa Palop a la salida del instituto. Yo creo que cuando nos adulamos con el típico cumplido del "por ti no pasan los años", lo hacemos sin verdadera convicción, pero como a todos nos sienta bien, nadie se atreve a desgarrar el estúpido velo de la mentira. Y para qué. A fin de cuentas nadie puede indicar con absoluta precisión la edad exacta en la que una persona alcanza la tercera edad. Por supuesto, de nada sirve la fecha de la jubilación, sobre todo a partir de que los grandes bancos descubrieran la ventaja de la jubilación anticipada. Aunque siempre hemos utilizado los 65 años como el comienzo oficial de la vejez, la verdad es que se trata de una pura arbitrariedad; en realidad la experiencia os muestra que cada persona se hace realmente vieja a una edad diferente.

Esa variabilidad en la velocidad de envejecimiento depende de muchos factores y hasta hace poco creíamos que dependía de factores mentales que marcaban la disposición de cada individuo hacia la vejez. Sin embargo, un grupo de expertos del Instituto Internacional para Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA) acaba de presentar los resultados de un estudio en el que proponen una idea diferente: nos hacemos viejos exactamente 15 años antes de morir. O sea que en un momento justo de nuestra vida pasa algo en nuestro cuerpo que pone en marcha una cuenta atrás de 15 años hacia la muerte.

Nos hacemos viejos de verdad no por haber vivido un número determinado de años, sino que es la proximidad de la muerte la que nos hace viejos. Hasta ahora se calculaba la edad de la vejez en función del tiempo medio que vive una persona en total, buscando una edad general para todos los individuos; estos investigadores, sin embargo, han tenido en cuenta además la esperanza de vida obtenida a partir de variables propias de cada persona como su propia salud o la región del planeta donde viva. En la propia voz del responsable del grupo, Sergei Scherbov, "la edad puede ser medida como el tiempo ya vivido o puede ser ajustada teniendo en cuenta el tiempo de vida que nos queda. Si no consideramos a una persona como vieja solo por haber llegado a los 65 años sino que tenemos en cuenta el tiempo que le queda, entonces un aumento de la esperanza de vida en esa persona implica que envejecerá más tarde". Por eso, los 60 años de hoy día pueden considerarse mediana edad en comparación con los mismos 60 de hace dos siglos. Parece claro que nuestra idea de lo que es la vejez ha cambiado con el tiempo, y tendrá que seguir cambiando conforme vivamos más sanos y seamos más longevos.

El estudio de estos científicos concluye con una cifra importante: teniendo en cuenta que la esperanza de vida actual en Europa ronda los 90 años, un europeo medio puede considerarse anciano justo a partir de los 75.

Todo esto no significa obviamente que el comienzo de la vejez sea el final de todo; prefiero creer que en ese justo momento en que me alcance la vejez, si sobrevivo a la vida, comenzará una interesante última etapa de 15 años para vivir..

* Profesor de la UCO