Los italianos utilizan un término, que es finezza , que podría traducirse por finura pero, con solo eso, no tendríamos la idea correcta de lo que significa la expresión, que va mucho más allá porque supone comportamientos inteligentes, sutileza en el trato, elegancia en la expresión, discreción y, sobre todo, sentido de la oportunidad. Todo eso, y más, engloba finezza y, cuando falta, los italianos dicen "manca finezza ".

Ahora, desde el domingo en Andalucía, y pronto en todo nuestro país, conforme se vayan sucediendo los próximos procesos electorales, sería bueno que los elegidos para representarnos, hagan un cursillo acelerado de "finezza ". Y van a estar obligados porque los escenarios políticos, a todos los niveles, desde los más pequeños ayuntamientos hasta el Congreso, van a dejar de ser, como hasta ahora han sido en su mayoría, cosa de dos o tres, enemigos pero conocidos.

El resultado de las elecciones andaluzas lo ha dejado claro. Las cosas no volverán a ser igual que antes, a pesar de que los dos grandes partidos, PSOE y PP, que a lo largo de toda nuestra historia han sido, respectivamente, Gobierno y principal grupo de la oposición, van a seguir conservando estos papeles, porque entre los dos suman ochenta de los ciento nueve asientos de las Cinco Llagas. La diferencia entre ambos es que el PSOE conserva sus cuarenta y siete escaños y el PP, con treinta y tres, ha perdido diecisiete.

Los pactos, tanto de gobierno como parlamentarios permanentes, parece que ni se quieren ni se van a intentar, al menos en principio. A la vista del actual arco parlamentario, la investidura de Susana Diaz como presidenta, en segunda vuelta, está garantizada con los votos socialistas y la abstención de alguno de los otros grupos. Y ahí empieza la necesidad de finezza para negociar y decidir, o decidir sin negociar, el voto del no o la abstención. Esto vale para todos, desde el PP hasta IU, como pasando por Podemos y Ciudadanos y, sobre todo, para estos dos últimos porque va a ser su primera gran prueba en decisiones parlamentarias.

La dificultad de estas decisiones, además de las que impone el propio momento, está el que pueden marcar lo que luego ocurra tras las próximas elecciones municipales --y autonómicas en casi toda España-- del 24 de mayo. Lo que en Andalucía ocurra, lo que aquí se pacte o se rompa, lo que se cierre o lo que se abra, va a condicionar mucho lo que después se haga en los distintos foros y niveles de representación política.

La capacidad, no ya de entendimiento, sino de respetuosa relación mutua, que exige siempre una doble dirección, va a hacer necesario que, en los puntos de partida, haya surtidores, como en las gasolineras, que provean de inteligencia política, tolerancia, sutileza, visión de futuro, apuestas por el bien común y capacidad de comprensión de las razones ajenas. O sea, finezza . La correlación de fuerzas obliga a eso. Veamos, el PSOE, aunque ha vuelto a ser primera fuerza en Andalucía y se ha distanciado catorce escaños del PP, va a tener una legislatura complicada, si no es capaz de encabezar negociaciones puntuales, que no se pueden hacer desde la prepotencia, ni pensando que su meritoria, pero insuficiente, victoria les da un cheque en blanco.

Por su parte, el PP, una vez digeridos sus malos resultados, tiene que asumir su vocación de partido responsable y su pertenencia a una organización que aspira a seguir gobernando en España y que, para ello, es posible que necesite abrir puertas que ahora no puede cerrar. Y tanto Podemos como Ciudadanos que, en Andalucía, se han convertido en relevantes pero no en decisivos, tienen que demostrar su capacidad real para contribuir, aunque sea desde la crítica, a que las cosas funcionen, con más limpieza, con más transparencia, con más humildad, pero que funcionen. En resumen, que lo clásico y lo nuevo han de encontrar lugares comunes de entendimiento. Quizás hace tres meses era impensable, pero ahora es imprescindible. Que no tengamos que decir "manca finezza ".

* Director del Colegiode España en París