Hasta hace pocos años, la historiografía sobre el reinado de Fernando VI insistía en el carácter mediocre del período y del propio monarca, 13 años, en los que "todo fue mediano y nada pasó de lo ordinario", en palabras de Menéndez Pelayo (Historia de los heterodoxos españoles ).

Sin embargo, esa "mediocridad" facilitó que España profundizase de forma decisiva en las reformas iniciadas en los últimos años de Felipe V; redimensionó la acción política y administrativa de sus gobiernos; abrió nuevas y duraderas iniciativas académicas, científicas y culturales; y tuvo a la paz, después del tremendo desgaste de tantos años, como principio innegociable (Aquisgrán, 1748).

Cuando Carlos III lo sucedió, se encontró con una hacienda saneada y mucho dinero en las arcas públicas, uno de los medios que le permitió pasar a la posteridad como el rey reformista por excelencia. Por el contrario, su hermanastro Fernando VI fue siempre "el mediocre".

Cuando se tiene para gastar todo es muy fácil. El problema viene cuando se vive de prestado. Todo el mundo sabe ya a estas alturas que gastar lo que no se tiene suele acabar mal. Desde luego, en términos económicos, el sector privado español lo ha sufrido con un doloroso ajuste. Espantoso, se podría decir.

La destrucción de tejido empresarial y la tasa de paro son concluyentes: en siete años, se han perdido 215.000 empresas y han engrosado el paro tres millones y medio más de personas (hasta los 5. 622.900 registrados en la segunda EPA de 2014).

La semana pasada, el Banco de España informó que la deuda del conjunto de las administraciones públicas superó el billón de euros, hasta el 98,4 por ciento del PIB. El Gobierno prevé que llegará al 101,7 el año próximo.

Los datos dicen que, mientras la deuda bruta de la administración central ha crecido un 11,2 por ciento en el último año (junio a junio) y un 6,2 en el primer semestre, la de las comunidades autónomas ha subido un 16,3 y un 9,1 respectivamente.

Si introducimos la variable del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), dinero que presta la administración central a las comunidades y que le cuenta al Estado como deuda, el ritmo deudor de estas últimas es aún mayor.

Es decir, a pesar de los ajustes, la deuda no para de crecer; en unas administraciones mucho más que en otras y su tamaño y velocidad amenazan con frenar el costoso y difícil crecimiento que registra el país.

Un día antes de conocer estos datos, Financial Times , publicó un editorial sobre el caso Pujol bajo el título "La vergüenza de Cataluña, una mancha sobre España".

La frase clave: "La necesaria renovación institucional de España". Esa reforma generalizada de la estructura de todo el Estado, que no solo tiene que ver con las administraciones públicas en sí, sino con toda la arquitectura que se alimenta de fondos públicos y su adaptación a las necesidades y realidades sociales. La Política, para transformar la Economía.

Esa reforma estructural pendiente y pendiente...

* Periodista