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¿Una plaza de primera?

Pocas plazas de toros se llenan hoy día en España. La de Córdoba, con unos festejos principales que coinciden con los de Madrid y unos precios excesivos --que no serían necesarios si se cubriera su gran aforo-- prácticamente solo ha conseguido en los últimos años hacer pleno en las ocasiones en que ha toreado el diestro José Tomás. El coso de Los Califas, sometido a la dualidad entre la sociedad propietaria y las firmas con las que se concierta la gestión, ha vuelto a quedarse sin empresa taurina. Tras los graves problemas que estuvieron a punto de anular los festejos de la Feria de Mayo, la sociedad de Los Califas y la compañía Ramguertauro han roto "de común acuerdo" su contrato con dos años de anticipación, de modo que la plaza vuelve a estar sin gestora. Se repite así, con peor resultado, lo ocurrido con empresas taurinas anteriores, que no encontraron viabilidad económica a la explotación del recinto, en el que deben responder al acuerdo económico con la propiedad y al mismo tiempo rentabilizar el negocio. Ramguertauto adujo "pérdidas millonarias", y en la última feria hubo carteles de escasa calidad e incluso se suspendió una corrida.

Un bochornoso capítulo más que hace preguntarse a los cordobeses por qué fracasa y pierde prestigio una plaza de primera categoría, y cómo es posible que en una capital tan interesada por el mundo taurino --con su museo recién reabierto y la puesta en marcha de rutas turísticas temáticas-- la máxima expresión de este arte no cuaja.

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