Una de las más grandes ironías negras existentes en la España de hoy es que el Pazo de Meirás, de la familia de Emilia Pardo Bazán --la mujer culta, progresista y viajera, que llegó en tiempos sin sitio para la mujer a presidir la Sección de Literatura del Ateneo de Madrid (la Real Academia de la Lengua la rechazó en 1889,1892 y 1912), la autora de relatos tan merecedores del premio como los de la reciente Nobel de Literatura- --esté en manos de la oscura familia del oscurantista Franco. Con este lamento personal llego a lo que quería decir, que en su libro Por la Europa Católica (1901) la Pardo Bazán sostenía que al español medio habría que obligarlo a viajar al extranjero por lo menos una vez al año, para europarizarlo, para salvarlo de su estancamiento y regresión.

Y en mi opinión tan necesario es viajar al extranjero, para abrir nuestra mente, como por España, para mejor conocerla y conocernos mejor. Pero ojo; hay que llenar antes el alma que la tarjeta gráfica de la cámara de fotos.

Afortunadamente los tiempos han cambiado: son varias las mujeres académicas y muchos los viajes que realizamos los españoles, aun los muy recortados. Porque el Imserso hace una excelente labor, que por el momento ha pasado desapercibida a los ogros de las tijeras, para los que no hay bienestar social que no pueda --y deba, según ellos-- ser recortado. Y las agencias comerciales de viajes ofrecen a precios moderados rutas y destinos aparentemente lejanos y difíciles, por lo que un pensionista de primera división puede proyectar y realizar un desplazamiento de diez días por China, por ejemplo.

Hay entidades culturales ancladas en su pasado de inmovilidad, pero hay otras muchas entidades que logran sus mayores éxitos organizando viajes culturales. Viajes en lo que inevitablemente se superponen de forma atropellada edificios, monumentos y cuadros, pero que realizan un bien modesto pero seguro, cuando rescatan a muchos de la poltrona de las series y partidos televisados. Cualquiera que haya visto el David de Miguel Angel en Florencia le hace tururú al musculoso y engreído Ronaldo de Florentino.

En Córdoba organizan estupendos viajes culturales el Ateneo, los Amigos de los Museos, la cátedra intergeneracional, los eméritos colegiados-

En las visitas a los monumentos los viajeros se hacinan junto a un casi inaudible explicador, se tronchan el cuello para mirar una cúpula y se cargan las piernas en las cuestas que conducen a castillos e iglesias que los privilegiados de épocas pasadas pudieron alzar en los emplazamientos sobresalientes. No nos pasemos en elogios a aquellos nobles y a aquellos frailes, porque si bien han legado a la posteridad edificios, artes y saberes, sin duda valiosos, jodieron o despreciaron a fondo a los vasallos y fieles de su entorno, a los que hurtaron toda fuente de conocimiento; con ellos imperdonablemente nunca compartieron nada bueno, como no fueran las indulgencias, de nulo valor en este mundo, que es el que tenemos.

Hay maravillosas peregrinaciones de arte a las que desgraciada y forzosamente son pocos lo que pueden acceder. Me refiero a las que tienen por objeto la mejor música clásica y la mejor música innovadora. Hay muchos festivales admirables tanto en España (Mallorca, de Música y Danza de Granada, Internacional de Santander, de Música Religiosa de Cuenca-) como fuera (Bayreuth --Wagner--, de ópera Arena de Verona, de Salzburgo, de Boston-). Para ser espectador y oyente en estas ocasiones normalmente hay que conjugar una cantidad de dinero apreciable y una importante capacidad de maniobra en los cauces por los que se consiguen localidades para estos eventos, que frecuentemente tienen listas de espera más largas que las de algunos hospitales.

Fatalmente no todo puede ser accesible a todos, porque aparte de otras limitaciones --la de la cultura aspirante, por ejemplo-- está la más invencible de todas: la capacidad de aforo. Para quienes no pueden asistir a estos festivales de música siempre quedará el consuelo de buscar y conseguir buenas versiones en vídeos, DVD y otros soportes y las emisiones de la Mezzo francesa. Creemos pues que viajar en sentido estricto es deseable y posible y viajar reconduciendo la curiosidad a los buenos medios que ofrece la nueva tecnología es aconsejable a las personas de sillón. Aprovechemos al menos las muchas propuestas visuales que nos llegan por el correo electrónico.

* Abogado y escritor