Anoche, exaltación; hoy, exultación. Anoche, en la basílica del Juramento, se iniciaba la exaltación a San Rafael, recitada, declamada con aroma de plegaria encendida por Pablo García Baena, el poeta de los cordobeses, porque en su palabra y en su corazón lleva siempre esta ciudad que le vio nacer y que ha cantado, soñado, escrito, vivido y acogido, recorriendo sus calles, sus plazas, sus recintos sagrados, con ese tono suyo tan amable, tan delicado, tan exquisito. Hoy, la exultación, el gozo, la alegría desbordante de una ciudad que quiere recibir y agasajar en sus calles la imagen del Arcángel, su custodio, en el traslado procesional desde su templo a la Catedral, con estación en la iglesia de San Pedro para un acto conjunto de la Hermandad de San Rafael con la de los Santos Mártires. Proseguirá la exaltación en el solemne triduo --del 21 al 23 de octubre-- en el templo catedralicio, hasta el miércoles, día 24, con la solemne misa de apertura del Año de la Fe, presidida por el obispo. A continuación, la solemne procesión general extraordinaria con la imagen de San Rafael, presidida por el prelado, con repique general de campanas de toda la diócesis, desde la catedral hasta el altar instalado en Capitulares, y posteriormente, hasta la iglesia del Juramento. Y junto a la exaltación, la exultación de nuestra ciudad que se vio liberada de la peste y que recibió la visita de San Rafael, proclamándose nuestro custodio y protector. Los libros de Tobías y Daniel destacan el papel importante que representan los ángeles, acompañando, protegiendo y curando, velando así por el destino de los hombres. Hermosa iniciativa la de abrir en Córdoba el Año de la Fe, con la presencia de la imagen de San Rafael en la catedral, con la exaltación de su figura, precisamente porque nadie mejor que nuestro Arcángel para acompañarnos en nuestro peregrinaje por los desiertos del mundo contemporáneo.

*Sacerdote y periodista