pSOCIEDAD

nA los señores políticosde este país N

***Paqui Jiménez Zafra

***Córdoba

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Señores, ¿por qué no le dan voto a los monos del Peñón? Denle a cada uno una banderita intercalada de España e Inglaterra y que sean ellos los que elijan, pues ellos no tienen intereses fiscales, pero sí les pertenece su paraíso, por lo tanto, ellos no tendrán voz, pero pueden tener voto.

No busquen problemas, con los que tenemos ya tenemos bastante, y no distraigan a la población con cosas como estas, para que no piensen en todo cuanto está pasando.

¿Si no sois capaces de solucionar lo que tenéis encima de la mesa, cómo buscáis en los cajones?

pSOCIEDAD

nPensionistasy televisión N

***Alberto Padilla Calero

***Albacete

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Soy pensionista con hijos y nietos y no nos gustan los programas de televisión como Espejo Público y Ana Rosa Quintana, parecen dos sucursales de "El Caso", secuestros, asesinatos, violaciones, atracos, en cambio nunca hablan del paro, de la economía sumergida, del copago, Cáritas, de las Participaciones Preferentes donde un millón largo de pensionistas y sus familias están atrapados, tampoco nos gustan los telediarios: sólo hablan de política y más política. Y ¿para qué queremos nosotros 450.000 políticos? Sobran todos.

A los pensionistas, sus hijos y nietos, nos gusta lo bueno, lo clásico de siempre, que es de una calidad extraordinaria, como, por ejemplo, los periódicos de papel, un prodigio de la mejor información y cultura, y leemos lo de la crisis, y es una verdad como una catedral, por eso nos han congelado las pensiones, cosa mal hecha, porque los precios están por las nubes.

No es temerario decir que los pensionistas hemos perdido cada mes más de 200 euros de poder adquisitivo, una barbaridad.ç

Menos mal que tenemos a doña Isabel Pantoja, el flamenco, la copla, las sevillanas... En este país lo que hace falta es mucha alegría; nada de crímenes, ni sucesos.

pIN MEMORIAM

nMi mejor ejemplo N

***Isabel Montes Romero

***Cabra

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Disfruto si me dicen que me parezco a mi padre o si descubro algo en mí que me lo recuerde: la genética obra el milagro de hacerlo de algún modo presente. Soy, así lo siento, una parte de él cuándo, por ejemplo, comparto casi todos sus gustos gastronómicos, o a través de la simpleza de reconocer en mis pies los suyos, pequeños y armónicos. Quisiera haber heredado también su capacidad de comunicar con la gente menuda, niños y jóvenes se le daban especialmente bien, aunque tampoco se relacionaba mal con sus pares o sus mayores, haciendo buenas migas con mujeres y hombres, pues nunca hizo acepción de personas por razón de sexo, ni por cualquier otra circunstancia, no fue barrera que le impidiese acercarse a alguien el nivel cultural o económico, ni la religión o la raza. Por si falla la genética, atesoro en mi memoria recuerdos que así lo atestiguan, y ahora, que se cumplen dos años de su ausencia, se convierte en el mejor ejemplo a seguir.