Los textos sugieren que Jesús pasó los últimos meses de su vida en Judea. Consta que estaba en Jerusalén a mediados de diciembre, digamos del año 30. Los judíos tienen un calendario distinto del calendario gregoriano occidental: se rigen por las fases de la luna, no por la órbita de la Tierra alrededor del Sol. El año judío tiene 12 meses, 6 de 30 días y 6 de 29 días, lo cual hace un total de 354 días: 11 menos que nuestro calendario. En cada ciclo de 19 años, 7 son bisiestos. En estos años bisiestos se agrega un mes adicional de 30 días. Esta es la razón por la cual la Semana Santa, que se celebra del 15 al 21 del mes de Nisán, no tiene una fecha exacta en nuestro calendario.

Al ser el calendario judío más corto que el nuestro, cada año la Semana Santa se adelanta una o dos semanas durante un ciclo de dos o tres años; luego se retrasa de golpe dos o tres semanas, y comienza de nuevo la vuelta atrás.

Desde mediados de noviembre a mediados de diciembre se extiende el mes que ellos llaman Kislev. Pues bien, el 25 del mes de Kislev, que cae aproximadamente entre el 10 y el 20 de diciembre, se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del Templo, en recuerdo de la restauración del culto, después que los sirios que lo habían profanado fueron expulsados de Jerusalén el año 167 a.C.

Pues bien, con motivo de esta fiesta popular, medio religiosa medio política, que como decimos ocurría hacia mediados de diciembre, Jesús está en Jerusalén (Jn 10 22). El evangelista que fija mejor las fechas de la vida de Jesús es sin duda alguna Juan. Entre esta fecha y la de la Pascua, del 15 al 21 del mes de Nisán, o sea, en el mes de abril semana arriba semana abajo, Juan sitúa a Jesús en Jerusalén o en sus proximidades. No menciona ningún desplazamiento hacia el norte, a Galilea.

En estos últimos cuatro meses de la vida de Jesús. Las cosas se fueron poniendo cada vez más negras. El prestigio popular de Jesús había ido demasiado lejos, y en Jerusalén había demasiados intereses creados como para que se pudiera aceptar el análisis crítico institucional que aquel galileo del norte estaba provocando.

El primer episodio ocurrió en el Templo mismo, estaba Jesús paseando por la gran explanada en obras, le rodearon y le preguntaron, "¿hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si eres el Mesías dínoslo abiertamente. Jesús les respondió: Ya os lo he dicho pero no me creeis" (Jn 10 24 25). El debate no terminó de forma precisamente pacífica y civilizada, "los judíos trajeron piedras para apedrearle" (Jn 10 31). Una manifestación violenta cerca de un edificio en obras, como estaba el Templo, es peligrosa, hay demasiados adoquines en las cercanías. Aquel linchamiento pudo evitarse, pero la decisión estaba tomada, "querían prenderle, pero se les escapó de las manos" (Jn 10 39).

Jesús opta por una decisión prudente, retirarse de Jerusalén. No se va hacia el norte, hacia Galilea, sino hacia el Este. Allí le encuentran para decirle que Lázaro, su íntimo amigo, está gravemente enfermo. Jesús se lo piensa despacio, tardó dos días en tomar la decisión (Jn 11 6), pero la atracción de la amistad fue más fuerte que el miedo al peligro. Decide regresar a las proximidades de Jerusalén (Betania está a 6 kms. de Jerusalén). Los amigos de Jesús son conscientes del riesgo que pueden correr, "Maestro, con que hace poco los judíos querían apedrearte, ¿y vuelves allí?" (Jn 11 8). Pues efectivamente así fue. Jesús cerca de Jerusalén constituía un peligro. La autoridad religiosa tomó la decisión oficial. Se reunió el Consejo de los Sacerdotes, y "desde ese día decidieron darle muerte" (Jn 11 53).

Cercana la Pascua, podemos pensar que a finales de marzo o primeros de abril, los rumores de que los días de Jesús están contados, se extienden por la ciudad. Lo que podríamos llamar "una muerte anunciada". En la explanada del Templo, se le echaba de menos. La gente iba allá, y se comentaba en los corros, si Jesús se dejaría ver, "estando en el Templo, se decían unos a otros, ¿qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?" (Jn 11 56). Y había razones para que la gente hablara, pues se había cursado orden de búsqueda y captura contra Jesús, "los sacerdotes habían dado órdenes de que, si alguno sabía donde estaba, lo notificara para detenerle" (Jn 11 57).

En estas circunstancias, Jesús abandona la clandestinidad, y desafía cara a cara a todo el poder institucional de la capital. A bombo y platillo, en son de fiesta, coreado por la multitud, se presenta en el centro de los acontecimientos. Se está jugando su piel, pero es consciente de lo que hace. "Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto" (Jn 12 24). No preparó una conspiración, afrontó simplemente los acontecimientos, consciente del riesgo que corría. Pero Jesús nunca pretendió triunfar sobre los demás, solo quiso ser fiel a su destino.

*Profesor jesuita