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60 euros, 10.000 pesetas

Qué hay que hacer? Si nos apretamos el cinturón mi amigo Pepe no hace la suficiente caja en su bar, ni el supermercado de la esquina, ni los chinos del bajo, ni el frutero que ha abierto negocio. Dicen las noticias que la caída del consumo pone a España al borde de la recesión porque ni el Estado gasta, ni los hogares compran, ni los empresarios invierten. Entonces ¿qué filosofía hay que seguir? ¿la del avestruz, esconder la cabeza, echar las persianas y no salir a tomar este azul sol de invierno, que es una provocación de bienestar y belleza, y llamar por teléfono al cuñao que vive en Barcelona para que te cuente lo mal que está todo con la crisis y esa sensación térmica de frío que viene de Europa, que ya somos todos simples copias sin referencia telúrica? Encima te repiten hasta la saciedad que hemos gastado por encima de nuestras posibilidades. El otro día me di cuenta. Me dieron 60 euros por algo que me quería quitar de encima. Al cambio eran 10.000 pesetas. Sabemos que los precios han subido en diez años y que no podemos ponerle el mismo PVP a un jamón del 2000 que a otro de este año. No obstante, rebobiné unos años atrás y me sentí potentado al saber que tenía 10.000 pesetas en el bolsillo. Me darían para un fin de semana con caprichos y en pareja. 2012. ¿Dice usted que tiene 60 euros? ¿Y quiere encima habitación de hotel? Europa, que es nuestro lógico destino, nos dio caramelos, arregló nuestras carreteras y nosotros nos crecimos. Ahora, a los ideólogos de esa Unión Europea sólo basada en el consumo no le salen las cuentas. Ni tampoco a Pepe, al chino de abajo o al marfileño que ha cerrado ya su recientísimo negocio de Infanta Doña María. Y es que 60 euros no son 10.000 pesetas. Por mucho que lo diga una calculadora made in UE .

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