Mal han debido ver el panorama los socialistas para que en tan corto espacio de tiempo se haya tocado a rebato. El último en hacerlo ha sido el presidente de la Junta y futuro secretario general del partido, José Antonio Griñán, quien en Málaga llamó a las huestes a trabajar unidas y, también, cómo no, a recuperar la moral, la autoestima y la confianza que aún resta para la victoria final. Falta hará, ya que el Barómetro de Opinión Pública de Andalucía los ha puesto contra las cuerdas y, para algunos, en desventaja, ante el desgaste del proyecto que se percibe a diario con respecto a un PP crecido, muy a pesar de cuanto le llueve. Y eso que, de algún modo u otro, se habrá cocinado convenientemente la consulta para que no apareciera ante la ciudadanía como su propia realidad pudiera indicarnos, o igual es que se mostró así para impulsar una reacción a tiempo desde la izquierda. Algo debe estar haciéndose mal aquí, para que muchos hayan opinado así y, por el contrario, no se perciba que la socialdemocracia trabaja con ahínco por una sociedad más justa e igualitaria, tras años de Gobierno. No comparto el análisis de quienes indican que los resultados aparecidos no son preocupantes, a mi juicio algo falla y pide cambios entre la coordinación del partido con la propia Junta y el Parlamento, o igual es que no se sabe poner en valor y vender cuantas acciones conjuntas se hacen, o incluso tal vez sea que el Ejecutivo no es bien conocido del todo y sí se aprecia como un tanto gris para el común de los mortales, ya que buena parte de los andaluces ni tan siquiera perciben el cambio de un presidente a otro de tan extrema valía, pero que no ha podido o sabido dar una imagen renovada para no suponer ante la ciudadanía más de lo mismo. En nuestra región se lleva años pidiendo el cambio, especialmente a la hora de hacer las cosas, de ahí que no sea ya hora de triunfalismo alguno, sino de trabajar más y mejor por parte de cuantos en su día apoyamos un programa de progreso para Andalucía. Los socialistas deberían reflexionar y tomarse en serio lo que se trasluce del sondeo, no restándole la relevancia que en sí mismo posee; para ello, deberían rectificar y transformar cuanto se necesite y que los ciudadanos así lo perciban cuando se les comunique de nuevo, no basta con que lo noten la convencida militancia ni la tan interesada clientela del tejido social andaluz. Algunos me dirán que las elecciones se ganan en las urnas y a buen seguro que estoy con ellos, si bien entiendo que las tendencias y síntomas de las encuestas significan o deberían indicar algo más para el riguroso análisis sobre el tema. Deberían servir al menos para modificar posiciones en un partido desgastado y en cuanto no se hace del todo bien en un Gobierno falto de impulso político, por ejemplo, en materia de enseñanza, en sanidad, en economía, que nos hace estar a la cola de España, o incluso en las políticas de empleo, de las que tanto se presume, a pesar de su ineficacia, y que tanto preocupan a todos. No quisiera pensar el día en que de verdad, y no solo por medio de las encuestas, en Andalucía se vire a la derecha, algo difícil pero no imposible, sobre todo a raíz del avance real de la derecha. Ese día habrá una conmoción general en nuestra tierra, tras tantos años de Gobierno socialista, como en su día la hubiera en México tras la derrota del PRI o, más recientemente, en Euskadi y Cataluña tras la salida del PNV y de CiU. Hemos visto días atrás cuanto aconteció en Chile, donde los ciudadanos para nada tuvieron en cuenta los avances tenidos en las dos últimas décadas por parte de los gobiernos de coalición de la Concertación, antes de darles la gobernación del país a la derecha, que no había allí ganado unas presidenciales desde 1958. El desgaste de aquel gobierno hermano y el hartazgo entre los más jóvenes ante la vieja guardia chilena que dominó la política durante tanto tiempo, entre otras razones más, es lo que permitió el retorno a la derecha. No digo que aquí vaya a suceder lo mismo, pero la previsible repetición próxima de algunas caras, no siendo las más cualificadas ni tampoco las mejores, y la falta de gancho del Ejecutivo, que pide un cambio a gritos, bien pudieran actuar como revulsivo en la búsqueda de nuevas opciones políticas. La suerte que tiene el PSOE es que aquí hay bien poco donde poder elegir. Será difícil pues que el PP de Arenas, al menos en la actual configuración del espacio político andaluz, gane la Junta y menos a sabiendas de que existirá el posible balón de oxígeno de IU. De ahí que hagan bien en no celebrar el último sondeo público, por muy favorables que pudieran parecerles a ellos en sus expectativas de Gobierno, debiendo ser conscientes de que dos años, y con municipales por celebrar, es sin duda alguna demasiado tiempo. Y más si los socialistas saben reaccionar presentando otro proyecto que ilusione.

* Catedrático