Desde que fuera creada la Ciudad Europea de la Cultura (rebautizada como Capital Europea de la Cultura en 1999), el proyecto no ha dejado de crecer. Nació con el objetivo de "contribuir al acercamiento de los pueblos europeos" y, por ende, promover la riqueza, la diversidad y el patrimonio cultural de Europa. Sin duda, las 29 ciudades que hasta ahora han obtenido este título han conseguido ese propósito. Pero, además, esta designación se ha revelado como una plataforma privilegiada para ensalzar el patrimonio histórico y cultural de las ciudades, favoreciendo sus industrias culturales y una nueva ubicación de éstas en el mapa cultural europeo.

Comprometidos con nuestro objetivo, hemos analizado los proyectos hasta ahora desarrollados y comprobado, así, que la regeneración urbana se va afirmando como el valor prioritario de la candidatura, incluso por delante del programa cultural, que debe ir acompañado de una reflexión sobre cómo una ciudad puede simbolizar el mundo, y más particularmente, a Europa.

En ese sentido, creo que Córdoba cumple providencialmente con estas premisas. Córdoba, ciudad Patrimonio de la Humanidad, no solo es depositaria del legado de las diversas civilizaciones: romana, islámica, judía y cristiana, sino que todas ellas están presentes en la cartografía de la urbe, como si ésta fuese un extenso palimpsesto (esos valiosos papiros donde se puede leer simultáneamente la escritura original y los textos en ella superpuestos). Gracias a todo esto, podemos afirmar de Córdoba que guarda el registro de la historia de Europa.

Por otro lado, es una ciudad que está llevando a cabo un certero plan de regeneración urbana, que busca un cambio de orientación económica a partir de una mayor presencia del sector terciario y que está planteando programas tendentes hacia una mayor integración social. Todas estas propuestas son claves para la candidatura. Sabemos que estamos en el momento idóneo para redescubrir el pasado y también para estudiar el patrimonio bajo una nueva perspectiva, pero también somos conscientes de que contextualizarlo de un modo novedoso o convencionalmente es tan importante (y debe ser tan relevante) como exhibir las últimas tendencias... Una no pueden existir sin la otra.

Por ello, nuestro proyecto se está elaborando no solo con el objetivo de ser la Capital Europea de la Cultura 2016, también con el de lograr un nuevo perfil urbano sostenible, reforzar la industria cultural como base de su crecimiento y convertir a Córdoba y su provincia en destino turístico no estacional.

Nuestras bazas son muchas y variadas, como queda patente en la propuesta En clave 16 , que pronto conocerán todos los ciudadanos de Córdoba: además de recoger las citas culturales, el patrimonio material y las tradiciones centenarias de la ciudad, presenta otros aspectos como planes y proyectos para la participación, la juventud, la igualdad y la solidaridad, compromisos con la innovación y el I+D o compromisos con el medio ambiente y la sostenibilidad. Hemos querido plantear esta ciudad como un prisma multifacético de valores integrados, pero a la vez diferenciados, para hacer de la diversidad, virtud. El resultado es muy potente. Lo verán ustedes.

Este documento acaba con un epígrafe titulado Adhesiones: 16x16x16... . Hemos querido finalizar con este apartado porque uno de los mayores capitales de la candidatura es ese: el respaldo de toda Córdoba, de sus administraciones públicas y del sector empresarial, pero, por encima de todo, de la ciudadanía, que nos ha acompañado en estos últimos años y debe asumir el doble papel que le corresponde si conseguimos la capitalidad: ser espectadores y actores al mismo tiempo. Sin ellos, esta candidatura no tendría sentido. Gracias de antemano por su inestimable colaboración.

* Gerente de la Fundación Córdoba

Ciudad Cultural