Llenos de cachivaches, instrumentos, herramientas y utensilios extraños un percusionista y una bailaora juegan a hacer sonar y hacer bailar. Objetos extraviados, cosas que nadie ve útiles, esperan en este laboratorio para ser devueltos a la vida aunque no sepan con qué nueva función. El taller es el espacio de lo posible, de lo que aún no existe y de lo que finalmente acontece. Un lugar de dudas, de preguntas, de asombro, de humor y creación. De manoseo, zapateo, corte y remiendo. Una trastienda escénica abierta al público para acompañar la evolución de los protagonistas de manera paralela a sus otras propuestas; pasado, presente y lo que está por venir. La puesta a punto continua, permanente revisión, de todo lo que nos conmueve y, por tanto, nos mueve. Arte y ensayo en la fabricación de la danza, del sonido, de los pasos y de la música. De lo inesperado y de la reparación de lo más usado.