Nos referimos a ese repertorio de sopas cálidas y reconstituyentes que recorren la geografía española y de las que podríamos elegir como modelo básico la sopa de ajo castellana; pero esto sería resumir demasiado, porque ciñéndonos a Andalucía, más próxima, le encontramos un rico recetario de sopas donde el pan, preferentemente del día anterior, es ingrediente imprescindible y donde tampoco falta el aceite. El resto de ingredientes obedece a todo tipo de variantes locales y hasta familiares, pero coinciden en la sencillez; y en ellos se refleja la utilización de los alimentos que se suelen tener a mano e incluso el máximo aprovechamiento de cualquier resto, como se comprueba en la común utilización del pan. El ajo, la cebolla, el pimiento y el tomate, ya sea en sofrito o en crudo, son elementos comunes y frecuentemente, los espárragos. Los aliños suelen incluir el pimentón, el comino y la cáscara de naranja agria. El enriquecimiento definitivo está representado por el huevo y el bacalao.