Si Córdoba en agosto es un desierto, sus terrazas son sus particulares oasis nocturnos. Las calles de la ciudad se vacían, y no es solo porque a los cordobeses les dé envidia de playa y huyan carretera a Málaga o Cádiz, sino porque todo el mundo se cita en una terraza. No es ningún espejismo, son las terrazas de Córdoba, refugios del sol, el calor, los contratiempos y las preocupaciones. Balcones abiertos a la charla donde las noches se consumen al ritmo de unos tragos de cualquier cosa muy fría.

BALCON DEL RIO A falta de paseo marítimo, primera parada, el Balcón de Río, donde encontramos un oasis con vistas de postal, El Mirador del Río, un gastrobar de muy buen gusto y con una terraza para los amantes de los espacios grandes. Con La Mezquita como telón y la brisa fluvial como compañera, un grupo de amigos comentan cansados después del trabajo que allí "no se puede estar mejor". Con apenas un año de vida, el Mirador se ha convertido ya en una apuesta segura para las noches de verano.

De los sillones de mimbre acolchados a una opción mucho más de andar por casa: tirar una manta en el césped y compartir unos tuppers de tortilla, salmorejo y ensalada de pasta. Unos metros más allá, junto el avión cultural de los sueños rotos, decenas de personas se dan cita cada noche en un ambiente muy playero. Sin sombrillas pero con sillas plegables, mesas de plástico, neveras azules con la tapa blanca y toallas. Encontramos de todo: familias con niños correteando libres por fin sin televisores; grupos de adolescentes descubriendo la amistad al son de una guitarra; y parejas descubriendo el amor en horizontal. Es una terraza improvisada a la que no le falta un detalle. Los aparcamientos se llenan tanto que algunos aparcan los coches en doble fila. "Esto está peor que el paseo marítimo de Fuengirola", comenta Pablo, padre de familia. Este espacio verde le ha robado parte del protagonismo a El Arenal, que reserva su albero para las barbacoas y peroles del fin de semana.

LA RIBERA Siguiendo hacia el centro, desde el Molino de Martos hasta la Cruz del Rastro se ofrecen diversas opciones en forma de veladores. Discreta y sencilla aparece la terraza de La Barca el Maero, una buena opción para llenarse la barriga sin tener que vaciar la cartera. Un cubo de cervezas bien frías, acompañadas de su famoso 'salmorejón dejan satisfechos a Azahara, Laura y David, tres amigos que aseguran que se lo apuntan para volver pronto. Y para saciar la sed, el bar Amapola, terraza a doble altura con sillas y mesas de madera con hules estampados de flores la que ofrece el local más hipster de la ciudad. Sergio, maestro de profesión, toca la guitarra en uno de los escalones de la plazita. "No cabíamos ni haciendo un tetris , pero el ambiente es perfecto", señala. Para un público más selecto y joven, pero no tanto, Fusion by Sojo y La Taberna del Río sacan sus sillones a la calle Enrique Romero de Torres, donde pasadas las 12 de la noche aún quedan grupos acabando sus gin tonics en copas de balón.

VIAL NORTE En verano los pubs de la avenida de la Libertad sacan parasoles a la calle, pero lo singular son los quioscos. Muy de moda entre los más jóvenes está El Encuentro, que ofrece bebidas casi a precio de saldo. Sin embargo, para un público más exquisito y que busque algo distinto, el Vial Norte acoge la enorme terraza de La Estación. Ubicado en la antigua estación de trenes, de la que conserva parte de su estructura, este restaurante asegura ofrecer un "exclusivo ambiente y ricos platos" en su velador, compuesto por dos espacios diferenciados.

MUCHAS MAS También están las heladerías de la avenida de Barcelona; los bares de tapas gratis y el mítico La Libra de la avenida del Aeropuerto; las terrazas de El Brillante; la variada oferta de Isla Fuerteventura; el exitoso Mercado Victoria; el Patio del Anticuario o la azotea de La Barbería en el casco histórico. La oferta es tan grande como las ganas de olvidarse de las casi catorce horas de imperante sol con un refrigerio en las manos. ¡Una terraza, por favor!