Ganado: toros de El Ventorrillo, bien presentados y de buen juego aunque con matices. Corrida amplia y con mucho aparato, en la que predominó la nobleza. La mayoría se desplazaron largo y por abajo. No les fallaron las fuerzas a ninguno, aunque todos empujaron más bien lo justo, que según se mire podría considerarse defecto o virtud. El segundo, menos generoso y más áspero en las embestidas, fue la excepción. También el quinto presentó problemas por el pitón izquierdo.

Antonio Ferrera: estocada y descabello (ovación); y estocada casi entera y dos descabellos (aviso y vuelta tras petición escasa).

Juan Bautista: estocada corta y baja (silencio); y pinchazo y estocada (silencio).

Salvador Cortés: pinchazo, estocada y dos descabellos (ovación); y estocada (una oreja).

Plaza: Pamplona. Lleno de "no hay billetes", en tarde de calor sofocante.

Impresionante fachada lució la corrida del Ventorrillo. Kilos y pitones como pocas veces se ven en otras plazas. El afán de criar toros grandes para Pamplona es cada vez mayor. Pero solo para Pamplona. Y desde luego, nadie piense que este tipo de toro, por ser grande, está en mastodóntico. Nada de eso. Toro voluminoso pero proporcionado, y, algo mucho mejor, toro que embiste. Con la de ayer van cuatro de cuatro, es decir, embisten todas las ganaderías. Otro cantar están siendo los toreros.

En la víspera, un faenón de Miguel Angel Perera se salió de los parámetros habituales de una feria en la que hasta ahora solo se ha visto mediocridad y desconfianza por parte de los toreros. Ayer hubo también una notable excepción con Salvador Cortés, a un paso de salir a hombros, pues si llega a matar al primero de su lote le corta una oreja que sumada a la que logró por fin en el último le hubiera puesto en la puerta grande.

Un Salvador Cortés muy comprometido consigo mismo para llegar a ese triunfo. Solo por actitud lo mereció. Por la firmeza en el planteamiento, por el ahínco en la forma de buscarlo. Cortés toreó además con despaciosidad, insistiendo en la fórmula más artística.

Mandó medir el castigo a su primero, dejándolo más crudo de lo que fue habitual en la tarde. Y así se le vino alegre en la apertura de faena, lo que provocó olés de asombro en dos pendulazos increíbles.

Luego se empleó por la derecha, toreando con mucho asiento, abriendo al compás y bajando mucho la mano. Así en tres series más por el mismo pitón, ganando en ajuste y en número de pases según avanzaba la faena. Hubo también recreación al natural y bernadinas finales de extraordinario empaque. Sirvió mucho el toro, y lo aprovechó muy bien el torero. Lástima el borrón con la espada.

También al sexto, toro igualmente propicio, le aplicó la misma medida en varas. Cortés volvió a torear con empaque. Idéntico buen aire de la faena anterior, despacito y muy ligado, limpio y con hondura. Y aunque marcó mucho la figura en cada muletazo, nada le salió forzado.

Se gustó asimismo y gustó a la parroquia en lo que es el toreo fundamental, y en los remates de series, a veces el molinete sobre la marcha, casi siempre el forzado de pecho y en ocasiones también alguno de la firma. No se diga con los naturales finales de frente, y unos recortes muy a modo por abajo al buscar la igualada. La estocada fue de verdad, como la oreja.

A Ferrera le sirvieron sus dos toros y a punto estuvo de redondear triunfo en el que hizo cuarto. Algo escaso de fuerzas el que abrió plaza, que perdió fuelle según avanzaba la faena.

APLAUSO FACIL En el cuarto buscó el aplauso fácil yéndose a torear cerca de las peñas, que no terminaron de echarle cuentas. En realidad Ferrera se centró sólo cuando el trasteo iba ya muy avanzado. Y como también le faltó contundencia con la espada, al final tuvo que conformarse con la vuelta al ruedo. No hace falta decir que Ferrera banderilleó a sus dos toros con soltura y espectacularidad.

Bautista tuvo el lote menos apto, aunque tampoco él hizo mucho por superar los contratiempos. De embestidas brutas su primero, donde apenas hubo un par de series muy cortas antes de montar la espada sin buscar otra alternativa. El quinto fue noble y repetidor por el pitón derecho. No tanto por el izquierdo. Y de nuevo la apuesta del francés no fue suficiente.

Está claro que los triunfos hay que pelearlos. Cuando el toro es como el de Pamplona, todavía más.