La investidura del popular Juanma Moreno como nuevo presidente andaluz termina con un relato de mes y medio de altibajos en las negociaciones, de titulares a base de «impactos mediáticos» lanzados por los partidos implicados y de cierta incertidumbre que, finalmente, ha derivado en el desenlace previsto. El tira y afloja de los dos partidos llamados a pactar con el PP (Cs y Vox), que insisten en marcar distancias, ha hecho «tambalear» en ocasiones el acuerdo, hasta el punto de que el propio Juanma Moreno vio peligrar su investidura en los momentos más tensos.

La fórmula andaluza, un pacto a dos bandas del PP, por un lado con Ciudadanos para formar un gobierno de coalición, y por otro con Vox para garantizar el éxito de la investidura, parece haber dejado contentos a los tres partidos, ya que todos reivindican la «victoria» de sus postulados en la contienda negociadora. A partir de hoy, en Andalucía dos más dos suman tres, ya que el Ejecutivo de PP y Cs tendrá que lidiar con las exigencias de Vox, un partido que no parece dispuesto a ser convidado de piedra.

El final de todo este proceso es el previsto, el que reflejaban las palabras de Moreno el mismo 2 de diciembre, fecha de las elecciones. «Han acabado cuarenta años de hegemonía socialista en Andalucía», dijo el candidato popular, llamando ya «al cambio».

El PP comenzó la negociación pidiendo a Cs y Vox que asumieran su legitimidad para gobernar y sin cerrar la puerta a un gobierno de tres, aunque los de Santiago Abascal tardaron poco en rechazar esa posibilidad: no querían «cargos ni cargas». Habían pasado sólo tres días desde los comicios y PP y Ciudadanos entablaban las primeras conversaciones mientras el PSOE buscaba su hueco y anunciaban que iba a llamar a todos para negociar.

Desde el primer momento, Ciudadanos rechazó negociar con el PSOE, lo que dejó a los de Susana Díaz sin posibilidades. Los de Juan Marín advirtieron de que su único interlocutor válido era el Partido Popular.

Populares y naranjas empezaron a reunirse y constataron su «voluntad de acuerdo» pero empezaron a diferir sobre el socio preferente. Los populares miraban a Vox y Ciudadanos insistía en reclamar al PSOE, partido ganador, que hiciera un imposible, abstenerse en la investidura para irse a la oposición.

Ante esas peticiones de Ciudadanos al PSOE surgieron dudas entre los populares, que temían «un cambalache», por lo que Moreno salió públicamente a «presionar» a la formación naranja.

Un día después, el 21 de diciembre, PP y Ciudadanos cerraban su acuerdo programático, de 90 medidas, al que seguiría un pacto sobre la composición de la Mesa del Parlamento para hacer presidenta a Marta Bosquet, de la formación naranja.

En ese momento, Vox empezó a aumentar la presión, había dicho que no iban a ser un obstáculo pero tampoco querían ser «ninguneados», por lo que empezaron a hacer reclamaciones, la primera de ellas estar en la Mesa de la Cámara. PP, Ciudadanos y Vox llegaron a un acuerdo y la formación de Abascal obtuvo un representante a cambio de que éstos votaran a Bosquet como presidenta.

A partir de ahí, PP y Ciudadanos empezaron a negociar la estructura del gobierno y Vox tomó el papel más relevante, haciendo valer los votos de sus doce diputados para investir a Moreno.

La formación de extrema derecha presentó sus «máximos» para empezar a negociar: derogación de las leyes de violencia de género, LGTBI, de igualdad, expulsión de inmigrantes o cambiar el día de Andalucía al 2 de enero, fecha de la toma de Granada, entre otros asuntos. El documento generó inquietud en el PP, que lo calificó de «inaceptable», pero la realidad es que un día después estaban de nuevo reunidos y cerrando un acuerdo de 37 puntos que rebaja en mucho las expectativas que tenían los de Abascal.

Ese mismo día, el miércoles 9 de enero, el PP ya había cerrado su acuerdo de gobierno con Ciudadanos, por lo que tenía hecha la investidura de Moreno, quien comparecía hablando como futuro presidente: «Hoy se abre una nueva página de la historia». Juanma Moreno ya es presidente pero afronta una legislatura que se prevé complicada, en la que los enfrentamientos entre Cs y Vox se esperan habituales. De hecho, la formación naranja ya ha abierto la puerta a votar en contra de las medidas que éstos hayan pactado con el Partido Popular.