El prestigioso ilustrador, dibujante y director de cine de animación cordobés Antonio Zurera acudió ayer al encuentro con el cómic en Córdoba para mantener una charla con alumnos de la Escuela y Artes y Oficios Mateo Inurria, que centró en el estilo, en la forma de comunicación de los dibujantes, «toda una obsesión» para los que empiezan, incluido él cuando inició su andadura en el mundo de los lápices.

-Su pasión por el dibujo y la ilustración acabó desembocando en el cine de animación. ¿Cree que es un proceso indispensable?

-El instrumento que usamos para expresarnos a través del cine de animación es el dibujo, por tanto, a pesar de las nuevas tecnologías, si quieres vivir de esto tienes que ser un dibujante magnífico.

-Vuelve a Córdoba para hablar de cómic. ¿Qué le parece este encuentro?

-Cualquier actividad que proyecte hacia el público la realidad de un sector cultural es muy positiva. Nos hace visibles y la gente conoce lo atractiva que puede ser esta profesión.

-¿Está de moda el cómic?

--Creo que está de moda desde que nació, aunque cada generación se tiene que enfrentar a una realidad social diferente. No se puede hacer lo mismo que hace 30 años. El cómic es algo vivo, como la propia sociedad en la que se produce.

-¿Qué nivel tenemos en Andalucía en este sector?

-En Andalucía hay muchos dibujantes, pero no hay industria. Y son profesionales que trabajan para Marvel, para editoriales europeas, etcétera. Aunque este es un problema de todo el país.

-¿Es un arte suficientemente reconocido?

--En España, no. En Francia, sin embargo, mucho. Este año lo que ha salvado el mundo editorial en el país vecino ha sido la venta de cómics. Hay muchos autores, se editan muchos álbumes.

-¿Qué puede aportar esta disciplina al mundo en que vivimos?

-Es un medio de expresión, es un lenguaje, y durante muchos años fue el vehículo para comunicar con los jóvenes. Y todo lo que tiene que ver con el arte, la cultura y la comunicación enriquece. Como en el cine, gracias al cómic nos enterábamos de muchas cosas. Mortadelo y Filemón, Carpanta, Las hermanas Gilda o Zipi y Zape hacían crítica social. Al pasar los años de la censura, se convirtieron en un divertimento.

-Parece que admira mucho a los artistas de antaño.

-Siempre he pensado que los que estaban antes habían hecho un trabajo mucho mejor que el yo pudiera hacer, y aprendía de ellos. Y hoy en día sigo mirando al pasado para aprender. Nunca seremos capaces de superarlos.

-En Córdoba le perdimos de vista cuando desapareció Animacor. ¿A qué se ha dedicado todo este tiempo?

--A mis dibujos animados, mi trabajo cada día. Ahora estoy haciendo ilustraciones infantiles. Mi intención es jubilarme y, de hecho, estoy dejando a un lado algunas responsabilidades, siento que cada vez tengo menos que aportar, pero en el buen sentido. He cumplido todos mis objetivos.

-¿Cree que un encuentro como Animacor podría retomarse en Córdoba?

-No lo sé. Dejó de existir por una razón de fuerza mayor: la crisis económica. No era ético que se gastara dinero público en un evento como ese, por muy interesante que fuera, cuando había una necesidad tan tremenda en el país, desahucios, paro, etcétera. Era casi una inmoralidad. Pero yo lo guardo como uno de mis mejores recuerdos.