El presidente del Gobierno de España entre el 2004 y el 2011 despertó pasiones ayer en Pozoblanco entre los que acudieron por admiración o afinidad política, los que estuvieron por escuchar a un expresidente y los que simplemente fueron por curiosidad. Acompañado por su mujer, Sonsoles Espinosa, repartió besos y se dejó fotografiar junto a las personas que se lo pidieron. Más de 300 personas siguieron su coloquio con Santiago Muñoz Machado en el Auditorio del recinto ferial y un centenar más lo hicieron en la anexa Caseta de la Juventud, donde se habilitó una pantalla. Las que no pudieron entrar en el salón de actos se agolpaban en la puerta de cristal para verlo de cerca, ante la mirada de escoltas y agentes de la Guardia Civil.

Lo recibieron, además de los dirigentes de Covap y de la Fundación, la presidenta andaluza, Susana Díaz; la delegada del Gobierno andaluz, Isabel Ambrosio; el alcalde de Pozoblanco, Pablo Carrillo, y el secretario provincial del PSOE, Juan Pablo Durán.

La organización colocó dos sillones rojos para el coloquio en los que Zapatero no dejó de moverse y de gesticular con las manos, dirigiendo su discurso continuamente al público. Tras ambos sillones, los logos de Covap y de la Fundación Ricardo Delgado Vizcaíno. Solo en una ocasión echó mano de unos folios para hablar de la Universidad: "Vengo aquí con datos", dijo. Y al final el tema de Cataluña, "del que creía que ya me libraba", ironizó. En varias ocasiones hizo sonreír a los asistentes y se sintió muy cómodo hablando de sus logros sociales. Rodríguez Zapatero y su esposa se quedaron anoche en Los Pedroches, aunque ya en visita privada.