Dormir es una pérdida de tiempo, ya lo haré cuando esté muerto» es una frase que destila ignorancia. Dormir es un «superpoder», afirma el científico Matthew Walker, toda una autoridad que acaba de publicar Por qué dormimos (Capitán Swing), demoledor e impactante ensayo que deja claro que dormir es el pilar fundamental del bienestar humano, junto con la alimentación saludable y la actividad física.

No dormir mata. No hacerlo las suficientes horas (una media entre siete y nueve horas en los adultos) afecta a todos los órganos: destroza el sistema inmunitario, alterna los niveles de azúcar en sangre, bloquea las arterias coronarias y daña la concentración, entre otros muchos problemas de salud. Muchos científicos, como Walker, están presionando a los médicos para que «receten a sus pacientes dormir» (no confundir con prescribir pastillas para dormir).

Si dormir es vital para los adultos (a pesar de ello dos tercios de la población de los países desarrollados no llegan a las ocho horas recomendadas) ¿qué pasa con los niños y los adolescentes? Lo mismo. Los pediatras alertan a los padres y las madres y les piden que sean conscientes de que el sueño de sus hijos es más importante que la alimentación. «Muchos padres están preocupados por cada cosa que comen sus hijos y, sin embargo, les tienen en pie a las diez de la noche o les ponen dibujos animados a esas horas. O se los llevan con ellos porque tienen una cena tarde. Incluso a conciertos nocturnos. Eso no puede ser», sentencia la médico, pediatra y neuropediatra María José Mas, autora de La aventura de tu cerebro (editado por Next Door).

Un niño que cursa Infantil (2-5 años) debería dormir entre 11 y 13 horas diarias. Uno de primaria (6-12 años) debería dormir entre 10 y 11 horas. Y los adolescentes, 10 horas. No hacerlo implica que el cerebro no está capacitado para consolidar lo aprendido. Además, se perjudica todo el organismo de los críos, desde el sistema inmune hasta el endocrino.

EPIDEMIA SILENCIOSA/ «Estamos delante de una epidemia silenciosa de pérdida de sueño, el reto de salud pública más importante del siglo XXI», sentencia Walker, profesor de Neurociencia y director del Centro para la Ciencia del Sueño Humano. Sus investigaciones relacionan la falta de sueño con problemas de conducta entre los escolares, incluido el bullying.

Dormir es esencial para el correcto desarrollo y crecimiento del niño (se secreta la hormona del crecimiento). «El cerebro crece, madura y aprende mientras sueña. Dormir permite consolidar lo aprendido, nos permite aprender», explica la doctora Mas, responsable del área de Neuropediatría de la Xarxa Sanitaria i Social de Santa Tecla.

Siempre refiriéndose a niños sanos, la neuropediatra recomienda a los padres llevar una rutina diaria para preservar el buen sueño de sus hijos. Esa rutina incluye hacer una serie de cosas siempre después de cenar (por ejemplo, preparar la mochila del día siguiente, lavar los dientes y leer un cuento), así como mantener un horario regular para ir a la cama, tener la habitación en penumbra y huir de cualquier tipo de pantallas. Walker concluye que dormir es un proveedor universal de salud y que el cerebro se restaura.