Con la temperatura soñada, con gran solemnidad y una perfecta puesta en escena discurrieron las cinco cofradías del Vienes Santo.

Se trató de hermandades que en ocasiones tuvieron que sortear un público que abarrotaba las calles, pero no con el comportamieto que se merecen las cofradías, sobre todo las del Viernes Santo, en su mayoría cofradías de silencio que requieren un ambiente más especial que el que se vivió en algunas partes del recorrido.

Con el sol reinando en el cielo, aunque con una temperatura algo más suave que días anteriores, la hermandad de la Soledad abandonó la parroquia de Santiago. La dolorosa de Álvarez Duarte caminó luciendo una nueva saya en color negro confeccionada por Francisco Mira a partir de bordados del siglo XIX. Muy apropiado el exorno floral con distintas variedades de flores en tonos morados, que contrastaban con la sobriedad de la caoba del paso.

Sobriedad y elegancia fueron las que mostró también la hermandad de la Expiración. La cofradía de San Pablo congregó a cientos de personas en la remozada zona de Capitulares al inicio de su recorrido. Un recorrido marcado por lugares nuevos que dejaron estampas para el recuerdo como el paso de la cofradía por la calle Tundidores o Fernando Colón, así como por el Huerto de San Pedro el Real.

El Cristo de la Expiración fue exornado con iris morado mientras que para la Virgen del Rosario la cofradía optó por el clásico clavel blanco.

Mientras la sublime belleza de la Virgen del Rosario cruzaba la Puerta del Puente, en la lejanía, con la Torre de la Calahorra al fondo, se apreciaba ya la silueta del paso del Cristo del Descendimiento precedido por los tramos de nazareno que ocupaban el Puente Romano.

El Cristo del Descendimiento llegó a los sones de la banda Caído Fuensanta, exornado con clavel rojo. Tras él la Virgen del Buen Fin, un palio que mostró una estética muy cuidada con un exorno de floral donde predominó el uso de las fresias y alhelíes blancos. Así, y a lo sones de la marcha La Virgen del Carmen, de Rafael Wals, interpretada por la banda de la Esperanza, la Virgen del Buen Fin atravesó el primer tramo de la carrera oficial rumbo al interior del primer templo de la diócesis.

A esas horas de la tarde la ciudad estaba ya sometida a un constate bullicio, con cientos de personas abarrotando las calles más céntricas particularmente, como en días anteriores, accesos a la carrera oficial sobre todo por San Fernando y Ronda de Isasa. Por estas calles pasaron también el Cristo de la Clemencia, a los sones de la banda de la Redención, y la Señora de Córdoba, la Virgen de los Dolores, la postal más esperada del Viernes Santo cordobés. La dolorosa de San Jacinto caminó exornada con rosas blancas y calas, muy característico del paso de la Virgen.

El Patio de los Naranjos, repleto de público, recibió a la Señora de Córdoba que un año más se reencontró con la Catedral.

Mientras el Cristo del Descendimiento hacía el giro para tomar la calle Cardenal González, el paso del Santo Sepulcro quedaba enmarcado en la Puerta del Puente. El dorado catafalco que cobija la muerte del Señor avanzaba en dirección al palco de autoridades para, poco después, llegar al interior de la Catedral.

Con un silencio ejemplar en carrera oficial llegaba la Virgen del Desconsuelo, como siempre a los sones del coro Cantabile y exornada con azahar.

Una vez el palio entró en el interior de la Catedral, tomó la palabra el obispo de la diócesis, Demetrio Fernández, que se dirigió a los componentes de la hermandad instándolos a «ser cofrades todo el año», a la vez que mostró su «satisfacción» por el hecho de que todas las cofradías, gracias a la apertura de la Puerta del Pilar (la segunda puerta) hayan podido entrar en el interior de la Catedral.

Habrá que esperar a la estación de penitencia del Resucitado, hoy mismo, para hacer balance, si bien ya el Viernes Santo las autoridades en el palco de la carrera mostraban su satisfacción ante el desarrollo del dispositivo. Un itinerario común sobre el cual todos coincidían en su mejora, pero con la idea de que se consolide para la Semana Santa.

Con este sentir se abrió ayer un nuevo Sábado Santo en la ciudad, este año con la presencia, después de dos años, de la procesión de la Virgen del Rayo, titular de la hermandad de gloria del mismo nombre con sede en la parroquia de San José y Espíritu Santo (Campo de la Verdad). La Virgen del Rayo partió de su sede canónica pasadas las 20.30 horas, acompañada musicalmente por la banda sinfónica municipal de Dos Torres, para completar un itinerario que la llevó por primera vez al interior de la Catedral y coincidente con la nueva carrera oficial.

La procesión del Resucitado pondrá hoy el broche de oro a una histórica Semana Santa.