Las naranjas, el aceite de oliva, la huerta y los productos ecológicos constituyen una muestra de riqueza gracias al regadío y a la riqueza de la depresión del Guadalquivir. Se desarrolla una importante agroindustria que promueva la creación de empleo. El sector de cítricos atiende una superficie de 30.000 hectáreas.

El Consejo de Alcaldes y Alcaldesas también destaca del territorio el turismo de interior como respuesta a la masificación del turismo de sol y playa, siempre bajo estándares de calidad y profesionalidad.

Otras potencialidades que apuntan para la estrategia es asumir el reto de la diversificación económica desde las energías renovables, industrias culturales y creativas y ahorro energético.

El río Guadalquivir se erige como hilo conductor, señalan, de «un territorio en el que de nuevo nuestro caudaloso río y sus afluentes que un día fueron grandes rutas de comunicación y con el paso del tiempo quedaron relegados a vivir de espalda a sus poblaciones, vuelva a ser centro de nuestras miradas».