En los centros de salud cordobeses han cambiado la costumbre de llamar en voz alta a los pacientes que tienen que pasar a la sala de curas a que les extraigan sangre para una analítica, a traer muestras o a que les sanen o suturen cualquier herida. La cita para cada enfermo lleva escrita una hora, igual que antes, y un número que debería marcar el orden de entrada, pero, como las enfermeras ya no llaman por su nombre a los pacientes, sino que estos se deben organizar, se forma cierto barullo. El nuevo protocolo se debe a la necesaria protección de datos, pues nadie tiene por qué saber quién entra o quién sale de la consulta, pero a la gente le cuesta acostumbrarse. Menos mal que las enfermeras tienen gran paciencia y amabilidad.