Hace medio siglo que la bala de un francotirador segó la vida de este idealista de 39 años. Hasta entonces, y a pesar del acoso, críticas, presiones, reiterados arrestos y agresiones que tuvo que padecer, dedicó cada instante a luchar pacíficamente a favor de la justicia social, los derechos civiles y humanos, la igualdad racial y a plantarle cara a la pobreza. Cambió de tal manera el mundo en que vivíamos que su legado alcanzó proyección internacional. Precisamente por su ética, coherencia, honestidad, dignidad y defensa de la no violencia, King trascendió su tiempo convirtiéndose, además de en símbolo de paz e inspiración para quienes luchan contra las injusticias sociales, en uno de los grandes mitos del siglo XX.

Como lamentablemente las desigualdades y el racismo siguen asentados en nuestra sociedad, debemos marchar por la senda que inició en su legendario sueño y más pronto que tarde llegará ese día en que ningún hombre será juzgado por el color de su piel.