Antonio César Fernández, el salesiano de Pozoblanco, el testigo ardiente de su fe, el mártir de hace unos días, el apóstol abatido en Burkina Faso por un comando de veinte yihadistas que habían tomado la aduana, el hombre fiel a su vocación y a su misión. Antonio César, la bondad personificada, la paz en su semblante, la palabra encendida en sus obras de bien, la antorcha sencilla pero apasionante para todos nosotros. Antonio, el profeta que contempló su muerte como parte esencial del misionero, cuando salieron de sus labios estas hermosas palabras: «El martirio sería una bonita forma de terminar mi vocación porque significa dar la sangre por amor a Dios y a los demás». Con nosotros, para siempre, ya en las alturas, la silueta entrañable de Antonio César Fernández, asesinado en el interior de la foresta, como final de su viaje pastoral por Costa de Marfil, por Togo, entre las gentes más pobres, como «representante de un Dios, Padre de ternuras y bondades». La sangre del salesiano de Pozoblanco se ha convertido, de pronto y con urgencia, en manantial de luz, en fuente de esperanza, en argumento para corazones intrépidos, en clamor de fuego para transformar el mundo, con la antorcha de la fe, encendida y radiante. Me viene a la memoria aquel sueño del teólogo jesuita Víctor Codina, cuando susurraba desde la atalaya de su cátedra: «Sueño con una Iglesia que tome en serio no sólo la Primera Ilustración de la modernidad, sino la Segunda Ilustración de la justicia y los pobres. Sueño con una Iglesia que saque las consecuencias de que los pobres son un lugar teológico privilegiado, es decir, donde se manifiesta el proyecto de Dios. Sueño con una teología que tome en serio que a los pobres y sencillos les han sido revelados los misterios del Reino de Dios». Antonio César ha entrado ya en la plenitud de su vida, en la intimidad de ese reino de los cielos, con el pasaporte celeste de su sangre derramada por Cristo, mientras se escuchan estas palabras en la Gran Familia salesiana: «Cuando un salesiano cae, la obra continúa con más ánimo».

* Periodista y sacerdote