La desaparición de Gabriel, el pequeño de Níjar (Almería) del que no se tienen noticias desde que el miércoles salió a casa de un amigo, nos enfrenta a todos ante la responsabilidad de contribuir, o no, a la difusión de rumores a través del wasap o las redes sociales. Junto a la buena acción de alertar sobre su desaparición y enviar su fotografía por si alguien lo ha visto, se relatan también una serie de suposiciones (que si se ha visto una furgoneta, que había una amenaza...Señalamos estas por ser harto conocidas, pero hay más) de las que la Guardia Civil dice no tener constancia. Sean ciertos o falsos, los rumores no solo no ayudan a la investigación, sino que pueden dificultarla. El caso es lo suficientemente grave como para hacer esta reflexión.