La ausencia del rey emérito Juan Carlos I en el acto conmemorativo de la Transición Española ha sido un error infumable de la Casa Real y de las Cortes, organizadores del acto. El protocolo no contempla todos los matices de un acto especial. La excepción debe confirmar la regla rigurosa, quizás ya obsoleta. El protagonismo en estos momentos difíciles de la historia de España de Juan Carlos I fue indiscutible. Su malestar está más que justificado. Las Cortes no deberían haber permitido la ausencia del exmonarca y la Casa Real debería haber reconocido el papel del mismo y permitir la excepción. No fue así. Felipe VI y Ana Pastor son responsables del desatino.

Me ha dolido especialmente que en las innumerables notas de prensa y editoriales, que coinciden en la anterior valoración, no se mencione a la reina emérita Sofía. Doña Sofía jugó un papel esencial en la Transición, con una profesionalidad en su duro trabajo a favor de los ciudadanos españoles, que fue y es digna de encomio. Cuando se pueda escribir la verdadera historia de la Transición, su papel todavía se hará más relevante, especialmente en las bambalinas del palacio de la Zarzuela, donde aguantó lo indecible desde el punto de vista personal y, en momentos clave, intervino firmemente a favor de la todavía poco asentada democracia en España.

Doña Sofía también tiene sobrados motivos de sentirse marginada por la celebración de los cuarenta años de la Transición en España. Recuerdo el merecido aplauso de la Cortes en el acto de la entronización del rey Felipe VI en el mismo lugar. Me reconfortó muchísimo este más que merecido reconocimiento. Ahora que los vientos de la Igualdad soplan fuertemente en España, es lógico que se reconozca la extraordinaria labor de esta excepcional mujer.

No soy monárquico por principios, pero acepto la Monarquía en España como una alternativa que contribuye desde hace 40 años a la estabilidad de la democracia en nuestro país. Pero la Casa Real debe ser consciente que no debe cometer errores de bulto que deterioren la Institución como en el pasado y las Cortes deben tener presente que representan la voluntad y el sentir de los españoles y no ceder ante imposiciones poco fundamentadas.

* Profesor jubilado de la UCO