Días atrás ha sido noticia que un grupo de radicalizados independentistas catalanes irrumpía en actitud violenta en el Aula Magna de la Universidad de Barcelona en la que se estaba celebrando un acto académico sobre Cervantes, organizado por la sección cultural de Sociedad Civil de Barcelona. Siendo ponente del mismo Jean Canavaggio, catedrático en Letras Hispánicas de la Sorbona, y uno de los mayores expertos en Cervantes. Que ante la gravedad de lo que estaba ocurriendo por el intento de los independentistas de abortar el acto, el rector, temiendo no poder garantizar la seguridad de los asistentes, determinó suspender el acto. Ante tamaña intolerancia cabe preguntarse, ¿sabían estos ciudadanos de Barcelona que con su comportamiento no solo agraviaban a Cervantes, sino a su misma ciudad al poner en entredicho la elogiosa descripción que de ella hace Cervantes por boca de D. Quijote en el capítulo LXXII de la segunda parte de su inmortal novela? «Barcelona, archivo de cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes amistades, y en sitio y en belleza, única». ¿Ignoraban que, según el filólogo y académico Francisco Rico, gran experto en Cervantes, «A lo largo de cuatro siglos, los catalanes han amado el Quijote como ningún otro libro. Lo han hecho guiados por el gusto literario, pero también por comprensibles sentimientos de patriotismo satisfecho ante los elogios que el autor les dirige, por su defensa de las lenguas vernáculas o el deslumbramiento con el que contempla Barcelona. De ahí que el Quijote haya sido editado en Cataluña más que en cualquier otro lugar de España , coleccionado con más entusiasmo y competencia , recreado en todas las maneras posibles»? Todo ello nos lleva a una pregunta final y a una aseveración: señores independentistas, qué ha sido del ‘seny’ catalán, recobren la sensatez y la cordura. El escritor situó las andanzas de los dos principales protagonistas de su magna obra, del capítulo LXI al LXV de su segunda parte, en la ciudad de Barcelona, distinguiéndola con ello del resto de ciudades del territorio español, y haciéndola universalmente conocida. Que no perdía ocasión para valorarla como, asímismo, hace en su novela ejemplar Las dos doncellas: «...la estimaron por flor de las bellas ciudades del mundo, honra de España, regalo y delicia de sus moradores, amparo de los extranjeros...». Bien merece a cambio, como mínimo, simbólica hospitalidad, respeto y consideración.

<b>José Pérez Estacio. Psicopedagogo</b>

Córdoba