Acaba de salir el libro Der Abstieg des Westens (El declive de Occidente) a cuyo autor, Joschka Fischer, lo recuerdo con atuendo desaliñado en el Bundestag alemán tras haber logrado por primera vez Los Verdes 27 escaños en las elecciones de 1983. El acontecimiento fue saludado por la prensa como una «revolución». Defendían la «ecología política» con un matiz pacifista de izquierdas. Petra Kelly, fundadora de Los Verdes, rechazaba el sistema parlamentario alemán y decía: «Hay que ser tierna a la vez que subversiva». Pero el «realista» Joschka Fischer se apartó del fundamentalismo inicial y Los Verdes dejaron de ser antisistema. Alemania lo agradeció. En 1998 tras la primera coalición federal con el SPD, Fischer fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores. Si algún parecido hay con Podemos, el de la diputada Bescansa y su niño en brazos imitando la desenvoltura de las diputadas de Los Verdes haciendo ganchillo en el Bundestag (1983), es pura coincidencia. Los Verdes actuales que se han consolidado en las últimas elecciones federales, nada tienen que ver con Podemos. Lo demuestra el libro antes citado. Fischer advierte del peligro que acecha a Occidente: los nacionalismos y los populismos. Defiende la democracia representativa, el estado de Derecho liberal y la separación de poderes; la «democracia digital» contra el «leninismo digital». ¿No les suena eso en la demagogia populista tan contaminante de la actualidad política de España; y de cuya toxicidad no se libra ni el presidente del Gobierno? Según Claude Juncker «veneno pernicioso», un peligro para Europa.

* Periodista