Como estábamos pocos, va y da a luz la abuela, o el abuelo, que un servidor de ustedes ya no sabe qué más cosa necia pueda pasar en este mundo, o que nueva maldición nos pueda asolar. ¡Lo hemos conseguido!: el tonto, rey del orbe con sus gilis y sus tíos tías Gilitos Gilitas. Hasta ahora yo me quería ir de España. Aprendía idiomas con el objetivo de tener más posibilidades para elegir destino. Ahora creo que ya no puedo trasladarme ni a otro planeta; tendría que buscar otra galaxia. Tontos tontas se están multiplicando de tal manera que ya son pandemia. Salen como hongos (y perdónenme que no conozca el femenino de esta palabra). Mi problema es que se van clonando en millones y millones. Y como aún no llego más allá de esta España de mi alma, observo cómo nos florecen cada día y cada noche más fotocopias o clones o avatares aumentados y mejorados de aquel arreglador de escarpines, chapines y chancletas que tuvimos durante ocho años. No quieres caldo, toma ocho tazas. Si estuviesen bien guardaditos guardaditas en sus hogares, y que los aguantase su santa progenitora, bueno; pero el problema es esta pandemia de millones de personas contagiadas, que se aúpan a la página principal de este tebeo absurdo, estúpido, vacío, en el que convierten cada mañana el mundo; este cómic que se deglute a sí mismo y me deja entontecido cuando cada noche caigo derrengado en el catre; este te veo y no te veo, te veo pero de reojo, sí pero no; esta verborrea de viñetas en las que se han convertido los telediarios. Te digo y no te digo, pero te digo. Ya se encargan tantos tantas de ponerse ante mis ojos y meterse hasta debajo de mi cama. ¡Y se han quedado para no irse! ¡Madre mía! Y todos riéndose las gracias. Ríe uno una y ríen todos todas. Pero no pasa nada, tranquilo, tú, sé positivo, pensamiento positivo, actitud positiva, noticias positivas, puntos de vista positivos. Todos todas diciendo y haciendo tonterías, pero en plan positivo. Y a mí no hay quien me quite el miedo, porque no sé dónde correr. Por todas partes me los las encuentro. Miro debajo de la cama; ¡un tonto tonta! Abro un melón, ¡un tonto tonta! Me sueno la nariz; ¡un tonto tonta! Se están extendiendo como la gripe en enero. Y no me negarán que hasta este artículo ha acabo por ser una tontería tonterío.

* Escritor