Un nuevo orden (o desorden) mundial se está dibujando a ojos vistas y la plasmación más nítida está en el desarrollo de la cumbre del G-7 en Canadá, pero también en la reunión casi simultánea del llamado grupo de Shanghái, el foro de países asiáticos creado por China del que Rusia es miembro, así como en las manifestaciones de amistad entre Xi Xinping y Vladimir Putin. En Canadá se hizo evidente la fractura entre las grandes potencias económicas y EEUU, incluso antes de empezar el encuentro, debido principalmente a la guerra comercial entre aquel país y sus aliados impulsada por Donald Trump en base a su ‘América primero’, pero también por la retirada de Washington del acuerdo de París sobre el cambio climático y por la ruptura del pacto nuclear con Irán.

La actitud del presidente norteamericano fue incluso grotesta y exhibicionista, hasta el punto de que los líderes occidentales decidieron ignorar a lo largo del día de ayer la exaltada reacción del mandatario estadounidense a través de las redes sociales, como acostumbra desde que llegó a la Casa Blanca. Justin Trudeau, primer ministro canadiense evitó responder directamente a los furiosos tuits que Trump envió desde su avión Air Force One, de camino a Singapur para reunirse con el líder norcoreano Kim Jong-un. En dos tuits, Trump acusó a Trudeau de pronunciar falsedades durante la conferencia de prensa final de la reunión, insultó al primer ministro canadiense, acusándolo de «sumiso», «deshonesto» y «débil» en la cumbre, y le amenazó con imponer aranceles a las exportaciones canadienses de automóviles. Todo un antimodelo de diplomacia. Ayer mismo, varios de los otros países del G7 reafirmaron su apoyo y validez del comunicado final, en efecto obviando la reacción de Trump, como ya le ignoraron en la cumbre cuando propuso readmitir a Rusia en el club de estas naciones. Francia fue uno de los países que más claramente indicó que no era «serio» intentar retirar el apoyo al comunicado final del G7 horas después de su firma.

Desacuerdos entre EEUU y los demás países más industrializados -y más ricos- del mundo los ha habido siempre. El papel dominante de aquel país había marcado las relaciones de los distintos foros, ya fueran el G-7, G-8 o G-20, pero todos compartían unos principios que eran su argamasa. Nunca desde la segunda guerra mundial se había producido un desgarro como el de ahora. La petición hecha por Trump de readmitir a Rusia en el foro del que fue expulsada tras la anexión de Crimea ordenada por el Kremlin fue el punto más vistoso del desencuentro que tuvo el peligroso añadido del apoyo a dicha petición dado por Italia gobernada ahora por una alianza populista y ‘antiestablishment’ que no esconde su admiración por la Rusia de Putin.