Han hablado las urnas en Andalucía. En democracia es el discurso más elocuente, por encima de cocineros partidistas, opinadores atrabiliarios y candidatos de inquebrantable sonrisa. A ello han seguido, como es natural, los análisis en caliente, las reacciones propagandísticas, cierto mal perder por parte de quienes no conciben que un voto adverso es tan honorable como un voto favorable (como si la política fuese un rifirrafe infantil, un intercambio de golpes ajeno a las exigencias del juego limpio y la razón) y, cómo no, las especulaciones sobre el futuro a corto y medio plazo.

Desde el Círculo Liberal de Andalucía pensamos que hace falta sosiego, mente abierta y vocación de mantener lo bueno enmendando lo deficiente y agotado. Por fortuna no tenemos en Andalucía partidos que odian y desprecian a España, pero esto no significa que todas las fuerzas políticas antepongan proyectos abiertos, tolerantes y afanados en mejorar nuestra convivencia a sus habituales estrategias de ocupación del poder. Por eso es noble que se exprese la ciudadanía, mediante el voto secreto o la abstención deliberada, enviando una suma de mensajes diversos que solo descalificarán selectivamente los sectarios.

Es obvio que ha habido sorpresas. La hegemonía socialista parecía inconmovible en razón de un acreditado modelo de infiltración de voluntades y conciencias, como resultaba insospechado que la indignación, por acudir a un concepto que tanto ha explotado la izquierda, pudiera preferir a la derecha en poblaciones pequeñas, supuestamente entregadas al proteccionismo del viejo régimen, para contrariar las expectativas de este en uso racional de su albedrío. Tal vez sea el momento de felicitarse por este dinamismo, señal de que no todo está escrito de antemano y de que el dirigismo al que aspiran algunos se ve providencialmente matizado, cuando no corregido, por lo que expresan con independencia quienes tienen la última palabra.

Los liberales creemos profundamente en el individuo. Y aunque estimamos que la vida ordenada y apacible en sociedad constituye condición irrenunciable de nuestra existencia, partimos de la necesidad de respetar las diferencias, propiciando la igualdad de oportunidades y el derecho a que cada cual coseche los frutos del trabajo y del talento que le es propio, sin que se le impongan cuotas improcedentes, exacciones desmedidas e invasiones paternalistas de su privacidad.

De cara al próximo Gobierno andaluz, demandamos un cambio tangible, una nueva cultura de gobierno. No estamos por blanquear los errores y abusos de quienes han gobernado hasta la fecha, que deberán rendir cuentas de las graves irregularidades cometidas, y desconfiamos del adanismo irreflexivo o la promesa de esas soluciones colectivizantes que con frecuencia han generado males mayores de aquellos que decían querer combatir. Propugnamos que se forme una mayoría lógica y sensata conforme al veredicto de las urnas, sin protagonismos altisonantes, que conforme un ejecutivo de personas altamente cualificadas, moralmente irreprochables y con ganas genuinas de levantar una Andalucía más próspera, más emancipada y más acorde con un potencial hasta ahora desaprovechado.

* Catedrático de Universidad. Círculo Liberal de Andalucía