Si comparamos el juego de una partida de ajedrez con el proceso catalán, se podría decir que ha habido un jaque mate por parte del Gobierno español al catalán, pues este último ha jugado solo con los peones, sin tener en cuenta que el otro movía también con contundencia todas las fichas. Proclamada la aplicación del 155 al Gobierno autonómico de Cataluña, hemos de añadir también una crítica seria a los que lavan el cerebro a la juventud, afirmando que eso es «una vuelta a la dictadura franquista». Quienes conocimos aquella dictadura sabemos que esa es una afirmación falsa y que apelar a ella es una falta de nobleza, digna casi de un adoctrinamiento yihadista. Si hablamos de manipulación del pueblo, creo que hay que hablar también de una manipulación de los políticos por grupos de presión anónimos. En el caso de los políticos catalanes parece que han sido movidos por grupos culturales que, en realidad, no buscaban la independencia (la saben hoy numéricamente imposible) sino el aparecer como víctimas desarmadas frente a unos verdugos opresores, porque esto aumentaría el número de independentistas. Cuesta entender que el PP haya sido tan ciego ante esta astucia.

Se ha hablado muy sonoramente del modelo de justicia y solidaridad que será esa Cataluña independiente, pero, para que los grandes ideales sean creíbles, hay que intentar anticiparlos al menos parcialmente, cuando aún no son del todo posibles. Pues bien, muchos catalanes ignoran que, mientras el presidente del Gobierno español tiene un sueldo de 79.700 euros, el president de Cataluña gana 145.000, los consejeros unos 109.000 y los ministros del gobierno español unos 68.000; el director de TV3 108.000... Dos cosas sorprenden de estos datos: a) eso indica que una de las cosas urgentes es que podamos tener una información lo más objetiva posible, pues sobrada razón tenía aquél que dijo que «la primera víctima de la guerra es la verdad» y b) no he oído nunca que algún político, «estrellado» o «no estrellado», se haya opuesto a esa injusticia, ni que, por ejemplo, en esa Cataluña feliz y justa que se prometía que, tras la independencia, el presidente del nuevo estado nunca cobrará más de unos 5.000 euros mensuales... Es legítima la pregunta «¿Quién roba a quién?», porque en Cataluña existen situaciones indignantes de miseria, y los frutos de una ley llamada de reforma laboral a la cual el PdeCat (entonces CiU) votó sí. ¿Quién garantiza pues que esa ley inicua no se vaya a mantener en la república catalana? «Los derechos de los pobres son más sagrados que los derechos de los poderosos», decía Augusto C. Sandino. Hablando ahora, hay que añadir, según el teólogo catalán González Faus, que por difícil que parezca, es hora de solidarizarse con el dolor de todos, no solo de «los nuestros». Debemos intentar llorar con el dolor actual de todos los catalanes no separatistas y con la probable desilusión futura de los independentistas. Solo si hacemos nuestras todas esas desesperaciones comenzaremos quizás a comprender que ha sido una locura llegar hasta ellas. Y amarlos, aunque no compartamos la que nos parece ser su sinrazón.

* Licenciado en CC Religiosas