Lenguaje inclusivo o lenguaje no sexista. Hablamos de la neutralidad en el habla para dejar el masculino y el femenino fuera para siempre. Ya no se trata de si la lavadora es femenina o el poder es masculino. Eso es totalmente arbitrario. El problema aparece cuando sale un político en el Congreso y tiene que decir para ser correcto «los ciudadanos y las ciudadanas». Todo se ralentiza y parece demasiado repetitivo. Y casi siempre ponen primero al genero masculino. Utilizar solo el femenino como hacen los de la CUP no está mal, pero suena extraño, no nos acabamos de acostumbrar y la prueba de que no engancha, es que la mayoría de la gente no lo hace. Será porque no deja de ser la misma injusticia y la misma discriminación pero al género contrario. No es inclusivo.

El sistema de agrupar un género dentro de otro, parece que sigue funcionando. Cuando hablas de médicos, incluyes médicos femeninos y masculinos. Existe el termino médica, pero poca gente lo usa. La mayoría de las personas, siguen llamando médicos a los médicos. Ya sean hombres o mujeres. Lo mismo pasa con los apellidos de los hijos. Hace tiempo, que las mujeres podemos poner nuestro apellido a nuestros hijos, antes que el del padre. Y aunque se pueda y no sea nada complicado, son pocas las que lo hacen. ¿Por qué? Pues porque cuesta cambiar el sistema. La mayoría de las mujeres acaban cediendo más por pereza a la discusión con la familia política, que por otra cosa. Al final todo son símbolos de cambio, muy difíciles de llevar a cabo. El inglés no tiene género. Y es fantástico. Pero no por eso, los ingleses o los norteamericanos son más o menos feministas que nosotros, simplemente es así.

Para acabar, les dejo con un famoso acertijo que hace tiempo que corre por las redes y nos hace reflexionar sobre la complejidad de cambiar un lenguaje que va tan unido a una forma de pensar que veces ni reconocemos como nuestra. Herencia de nuestra educación heteropatriarcal recibida. Dice así: «Un padre y un hijo viajan en coche. Tienen un accidente grave, el padre muere y al hijo se lo llevan al hospital porque necesita una compleja operación de emergencia. Llaman a una eminencia médica, pero cuando llega y ve al paciente, dice: ‘No puedo operarlo, es mi hijo’».

* Periodista