La carga total de trabajo de los juzgados andaluces es siempre superior a lo resuelto, a pesar de que, según la memoria anual del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), los órganos judiciales lograron el año pasado un alto nivel de laboriosidad, resolviendo casi la totalidad de los 1.209.533 asuntos que ingresaron, 145 por cada mil habitantes. Pero la carga que se arrastra sigue creciendo, y cuando terminó el 2018 quedaban más de medio millón de asuntos pendientes, un 10% más que en el ejercicio anterior. Hasta tal punto llegan las cosas que el presidente del TSJA, Lorenzo del Río, defendió la mediación y vino a pedir a la sociedad que opte por la «cultura de paz» en lugar de la del pleito. Lo cierto es que el magistrado señaló no solo las carencias de recursos humanos para afrontar la enorme carga de trabajo, sino que habló de un «defectuoso» sistema organizativo, sumamente «deficitario y rígido» que provoca esta congestión del sistema judicial. Esas palabras invitan a la reflexión, y a concluir que, independientemente de que deben incentivarse los sistemas extrajudiciales de resolución de conflictos, hay una carencia de base en la gestión de la justicia que debe abordarse, estudiando el funcionamiento del sistema e implementando soluciones --entre ellas tecnologías avanzadas y eficaces como tienen la Agencia Tributaria o la Seguridad Social-- para corregir los defectos de raíz y facilitar el trabajo. Para Córdoba, donde se ha dado un enorme salto cualitativo con la Ciudad de la Justicia y el juzgado de 24 horas, el TSJA reclama tres magistrados para agilizar los asuntos penales y civiles. La denuncia del Tribunal Superior andaluz, tanto en lo que se refiere a más profesionales como a mejor organización, debe ser atendida.