El Pacto Verde Europeo, contiene varias estrategias y una de ellas es la denominada «De la granja a la mesa (From farm to fork)». Manifiesta la necesidad de conseguir un sistema alimentario sostenible desde el punto de vista social, económico y ambiental. Para conseguirlo, es preciso actuar en diversos frentes. Considera que son preocupantes los contaminantes medioambientales, los aditivos alimentarios, los plaguicidas, las hormonas y esteroides en la carne y los antibióticos.

Para garantizar la sostenibilidad, los agricultores, pescadores y acuicultores deben modificar sus métodos. La Comisión controlará la reducción de un 50% del uso de los plaguicidas químicos y la reducción de un 50% en el uso de los plaguicidas más peligrosos, para 2030. La Comisión velará porque para el 2030 se reduzcan las pérdidas de nutrientes en un 50% -sin que se afecte la fertilidad- disminuyendo del uso de fertilizantes al menos el 20%.

Una décima parte, el 10,3%, de las emisiones de gases de efecto invernadero en la UE proceden de la agricultura, pero casi la tres cuartas partes, un 70%, son debidas al sector animal. Debe disminuirse el impacto ambiental para dar paso a una ganadería más sostenible.

En las granjas y piscifactorías se utilizan, quizá en exceso, los antimicrobianos y por esta razón la Comisión pretende la reducción a la mitad de las ventas de estos productos de aquí al 2030. Propone el objetivo de dedicar, al menos, de aquí al 2030 el 25% de las tierras agrícolas de la UE a la agricultura ecológica y apoyar asimismo el crecimiento de la acuicultura ecológica.

Se muestra crítica con las modalidades actuales de consumo - en la UE se abusa de la carne roja, azúcar, grasas y sal en detrimento de cereales integrales, frutas, hortalizas, leguminosas y frutos secos- que originan obesidad y enfermedades cardiovasculares y cáncer.

Asimismo, la Comisión se ha comprometido a reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita en el comercio minorista y por los consumidores, de aquí a 2030. La lucha contra el fraude alimentario es otro de los objetivos perseguidos.

No cabe duda de que la estrategia de la granja a la mesa contiene aspectos positivos reconocidos, luces, pero también aspectos discutibles, sombras, por lo que ha generado opiniones críticas. Una de las propuestas menos aceptadas es la reducción de la producción y consumo de carne -como dato pintoresco, en alguno de sus párrafos se incluye investigar en el consumo de insectos como fuente sustitutiva-, cuando la ganadería es base de la actividad de muchas comarcas e integrada con el medio ambiente.

Predomina también la reflexión de que, con la pandemia del covid-19 y las consecuencias que está generando, sería razonable aplazar la aplicación de la estrategia hasta saber la evolución de la enfermedad. La sostenibilidad debe compaginar lo ambiental, lo económico y lo social.

El propio comisario de Agricultura, Janusz Wojciechowski, consciente de la repercusión de la estrategia, el día 7 de julio pasado manifestó: «Si se hiciera evidente que el logro de los objetivos establecidos en esta estrategia amenaza tanto la seguridad alimentaria como la competitividad de nuestra agricultura, entonces estos objetivos tendrían que revisarse».

* Delegado provincial del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Andalucía