Te Se terminó la Navidad como todos los años con la venida de los Reyes Magos. Este año nos han traído muchas cosas como casi siempre; aunque esta vez más. Sobre todo en el orden político. Ese plus ha sido de carbón. Pero no un carbón de ese azucarado que sirve a los niños para comprender que los magos de Oriente aun habiéndose portado uno mal siempre son generosos, sino el carbón de toda la vida. Ese que hace brasas y están vez dispuestas como esas que se pasan con las plantas de los pies desnudas en los ritos de superación personal.

Tenemos una legislatura con el primer gobierno de coalición de la democracia, apoyado por independentistas y con un denominador republicano común y absoluto. La monarquía parlamentaria y la cohesión de España tal como la conocemos forma parte del concepto de progreso del cambio que Pedro Sánchez proclama como mantra y consigna de sus discursos. Con el peso de un gobierno que coordina su estrategia política con la de los que pretenden una III República y la segregación de ciertos territorios del Estado es lógico, oportuno y consecuente que el Rey Felipe VI recalque en su discurso de la Pascua Militar de la Fuerzas Armadas el compromiso de estas con la Constitución. Esto dicho por el Rey en estos momentos dónde la Carta Magna parece meterse en la cama con sus propios enemigos es muy significativo y transcendental. Sobre todo porque el Jefe de las Fuerzas Armadas tiene potestad para contrarrestar un golpe de Estado en sus diversas formas, incluso en las más eufemísticas como puedan ser las hipotecas independentistas y republicanas de un gobierno más que de coalición de subversión, por ahora en proyecto.

Al menos por ahora el Rey en su discurso nos han tranquilizado y los expertos en el sanchismo también, pues estos dicen que Sánchez le miente hasta al médico, por lo tanto a Iglesias y a los independentistas seguro.

* Mediador y coach