Resulta curioso cómo se han modificado nuestras vidas desde mi última columna, y cómo las vamos a ver aún más cambiadas en cuatro meses. De toda esta situación indeseable, creo que ya nos hemos dado cuenta de lo imprevisible que es todo, pero también de lo importantes que son las decisiones que toma un gobierno y del miedo que da el fanatismo en política, al menos a mí. Lo digo porque el «ser de un partido político» para algunas personas parece significar la defensa a ultranza de cualquier cosa que haga su partido, sin importar el qué, perdiendo el raciocinio y capacidad crítica. Eso para alguien como yo que desde que puede votar lo ha hecho hasta a 4 partidos diferentes, en función de lo que pensaba era lo mejor para el país, pues no me entra en la cabeza. Es más, aunque haya leído sobre la manipulación de masas y el efecto de la propaganda emocional en la Alemania nazi y la Rusia comunista, sigue sin entrarme en la cabeza.

Los indicios de la gravedad del coronavirus fueron muy variados desde enero. El 23 de enero la OMS avisó de su rápida propagación y de la necesidad de adoptar medidas, ya que, en esa fecha había casos, además de en China, en Tailandia, Japón, Corea del Sur, EEUU, Taiwán, Macao, Singapur y Vietnam. Un día después, el virus ya estaba en Francia, por una persona proveniente de Wuhan. El 30 de enero hubo una reunión en el Ministerio de Sanidad donde se avisó por un experto de su peligrosidad; ese mismo, día el doctor Cavadas (creo que un médico más que reconocido) opinó sobre su gravedad. El 30 de enero había dos casos en Italia, ambos venían de China; el 31 de enero teníamos un infectado en España, procedente de Alemania, donde el 27 de enero había casos positivos venidos de Shanghái. Por estas fechas, había más de 600 casos en China y se habían producido muertes. El 9 de febrero se detectó en España el segundo caso, el 12 se canceló el Mobile World Congress, y el 25 había casos en Madrid, Barcelona y Castellón. Aunque estas cifras no dejan de ser discutibles considerando que, de pronto, el 9 de marzo los positivos por coronavirus subieron a 1.200. Pues después de todo esto, ves a gente decir que no se podía saber; y ya lo último es la gente que lo justifica afirmando que el resto de los países europeos y EEUU no han adoptado medidas rápido. Vamos que cuando alguien le dice a su hijo que no haga algo, este lo hace y mete la pata, el crio para defenderse puede decirles a sus padres que son el «capitán a posteriori» y que no se podía saber; o lo que es peor, si se emborracha y se pone malo, con decir que todos los demás lo hacen mal, pues ya tiene.

La cuestión es si, con lo que se nos viene encima en materia económica, este fanatismo imperante en determinadas personas va a hacer que afirmen la imposibilidad de prever la llegada de una severa crisis económica. Es cierto lo anómalo de la situación y la incertidumbre de las previsiones, pero ya se están dando datos sobre el decrecimiento del PIB, estimándose entre un 4% y un 7% de caída (por ejemplo, el servicio de estudios del BBVA). Aconsejaría un estudio publicado en el bloc Nada es Gratis, donde se prevé un 5,7% de reducción, siendo optimistas. Por poner una comparación, durante la crisis de 2008, la máxima caida del PIB en un solo año fue del 3,6%, y, en el año más grave, tuvimos un desempleo del 25%, con extrapolar, sin ser experta, ya se puede entrever un horizonte nada halagüeño. La pregunta es ¿qué está haciendo el Gobierno para intentar paliar, en la medida de lo posible, la crisis? Pues todos los imbuidos por el fanatismo dirán que han implementado medidas muy acertadas, los que no estamos imbuidos pues opinaremos que absolutamente nada. No hay condonación de impuestos a autónomos y pymes, pese no tener ingresos, lo que va a llevar a que muchos terminen cerrando sus negocios; están rechazando ERTE y además se les ocurre prohibir el despido, para que así en lugar de despedir al 50% de la plantilla, si no salen los números, se cierre la empresa entera; no están recortando gasto público de partidas innecesarias (chiringuitos, administraciones duplicadas, TV autonómicas, políticos), cuando hasta Italia ha eliminado 230 diputados y 115 senadores. Es más, aquí los gobiernos autonómicos de Canarias y la Comunidad Valenciana se han subido los sueldos. Pero, además, es que tampoco hemos hecho los deberes de contención del gasto público todos estos años atrás ¿qué ha sido de los mal llamados «viernes sociales»? Pues si uno no ahorra, luego le llegan imprevistos y no puede gastar, es así para un hogar y para un gobierno. Y no olvidemos que el ahorro puede venir de eliminar cosas superfluas y de mejorar la eficacia y eficiencia en la gestión pública, no de recortes en partidas importantes. Ahora lo que toca es criticar a la Unión Europea y a otros países europeos porque no nos quieren dar muchísimo dinero sin condiciones, algo que indirectamente ya están haciendo cada vez que el Banco Central Europeo nos compra deuda pública para no caer en un default.

Yo me pregunto con más de 6.700 personas muertas y una crisis en ciernes que va a duplicar los efectos negativos de la de 2008, ¿hasta dónde llega el fanatismo?

* Profesora de Economía Financiera de la Universidad de Córdoba @Msalazarord