Está muy bien la idea de las cosmoservilletas, que brindan poesía en barras de bares y tabernas en número de 400.000. Pero la que tengo me ha dejado algo traspuesto porque no entiendo que contenga lírica. Me decía un profesor, amante y experto del arte flamenco, que no sabía si se estaba haciendo viejo o si hay que dejar de pensar como hemos pensado siempre cuando se habla de poemas. Así que me fui a la Agenda del periódico a ver el programa de Cosmopoética. Había muchos actos en Orive --ese descubrimiento arquitectónico del arte en esencia- y también en el Círculo de la Amistad --aquel espacio elitista que se fue haciendo tan sensato como lo es la cultura--. Pero me llamó la atención el recital poético en el 80 aniversario de la muerte de Antonio Machado Camino sobre el mar que se celebraba en el Centro Cívico Norte, por la Cruz de Juárez. Era como volver a los orígenes. A la poesía que rimaba. Al verso romántico y sonoro. Al barrio de Santa Rosa-Valdeolleros, donde acudíamos por invierno a su cine cubierto y en verano a aquel espacio con pantalla gigante y con un chiringuito donde podías cenar. Y a aquellos años de estudiante en Salamanca ya que María Jesús Monedero -con la que estudiaba inglés--, interpretaba, con Bernardo Ríos, una puesta en escena en la que el poeta Machado nos devolvía a la poesía con rima que ya aprendimos con Bécquer. Las lágrimas se nos saltaban en el salón de actos del Centro Cívico Norte donde a las siete de la tarde resucitó Antonio Machado, con su bastón, sus gafas y su sombrero y nos envolvió en un mundo de tanta lírica que nos devolvió a la poética de toda la vida. Serrat acudió a la cita con sus canciones, lo mismo que Alberto Cortez, así como Sorolla y Cristóbal Ruiz con sus pinturas. Pero sobre todo estuvieron presentes la madre de Machado, su esposa Leonor --muerta tempranamente-- y su musa Guiomar, Soria y Baeza, su poesía social, su visión de España, Colliure y la muerte de Don Guido, al que «al fin, una pulmonía» lo mató, cuando se hacía camino al andar. De vuelta al barrio, cuando el poeta es un peregrino, un joven trovador, con traje negro y barba blanca, se subía, a la salida del hotel AC Córdoba Marriott, junto a la estación, en una furgoneta negra que lucía el letrero Cosmopoética. Posiblemente era el vehículo oficial del encuentro, el Mercedes-Benz Covisa Ciudad Mercedes, que lo llevaría a Orive, donde a las nueve Violeta Gil y Abraham Boba escenificaron su espectáculo poético performativo Antes que tiréis mis cosas. Existen muchas clases de poesía y de inspiración. Pero nadie es capaz de borrar ni a Lorca ni a Machado. Ni siquiera las cosmoservilletas.