España no es un país serio, pero podría serlo. En un país serio, la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la amnistía fiscal tendría consecuencias políticas inmediatas; pero no se presume, como siempre, que pueda haber ninguna. Ha tenido que venir la más alta instancia jurídica del Estado a confirmar lo que se sabía: que defraudar impuestos ni puede ser legal, ni tampoco premiarse con un perdón tributario. La sentencia también avala las declaraciones de 31.000 contribuyentes para poner en orden el dinero evadido, y por tanto no tiene efectos prácticos. Seguramente si España fuera un país serio esta sentencia también lo sería un poco más, y no se respaldaría el lavado de cara de estos 1.200 millones de euros defraudados. Si España fuera un país serio Cristóbal Montoro, empeñado en perseguir a los escritores y en negarles su derecho a una pensión de jubilación si sobrepasan los 9.000 euros de ingresos por los derechos de autor de sus libros --algo que no sucede con ninguna otra actividad que rente, que sí permite seguir recibiendo la pensión de jubilación--, habría dimitido al conocerse esta sentencia del Constitucional. Pero nada de esto se espera con este Gobierno. Para la sentencia, la amnistía fiscal «viene a legitimar como una opción válida la conducta de quienes, de forma insolidaria, incumplieron su deber de tributar de acuerdo con su capacidad económica, colocándolos finalmente en una situación más favorable que la de aquellos que cumplieron voluntariamente y en plazo su obligación de contribuir». Tú, españolito, a seguir pagando cada céntimo, mientras Rodrigo Rato, Luis Bárcenas, Francisco Granados, Josep y Oleguer Pujol o Diego Torres defraudan millones de euros, ahora limpios. La ética la dejamos en la Filosofía, extirpada de la Educación por un Gobierno coherente que parece decir a sus afines: coge el dinero y corre. La igualdad ante la ley es parte del mismo derrumbe. Cuando acabe el saqueo, no quedará nada que amnistiar.

* Escritor