La Navidad llega un año más al calendario y nos trae unos días en los que poder disfrutar del reencuentro con familiares y amigos. Es un tiempo para hacer realidad una serie de sentimientos que a veces se aparcan durante el año y que ahora hay que recuperar en toda su dimensión y escribir con mayúsculas. La paz, el amor y la solidaridad deben sembrar los corazones e inundar todos los rincones de la Tierra para recordarnos que ponemos el punto final a un año y que debemos hacerlo sin olvidarnos de los más desfavorecidos. Son días para abrirnos a los demás y para contagiarnos de ese ambiente navideño que engalana nuestras calles y plazas haciendo las delicias de pequeños y mayores, pues la felicidad, por fortuna, no tiene edad. Merece la pena, pues, que compartamos alegría e ilusiones con quienes nos rodean y que además reflexionemos sobre el tiempo de esperanza que se abre el Año Nuevo.