Hace tres años fui derivado desde el centro de salud de Villafranca al hospital de la Cruz Roja de Córdoba, donde permanecí ingresado unos diez días debido a una neumonía. En aquella ocasión en esta misma sección de cartas al director, agradecí públicamente el trato que me dispensaron en el centro hospitalario, desde mi entrada por Urgencias hasta la salida el día del alta. El pasado día 23 volví a ingresar en Cruz Roja, por sospecha de infarto. No voy a repetir todos los adjetivos favorables que manifesté tanto al funcionamiento del hospital como a los profesionales que me atendieron, pero sí quiero dejar constancia que si agradecido quedé en aquella ocasión, mucho más he quedado en esta, porque he notado la superación en el buen hacer. Desde el momento en que pisé el hospital cordobés, desde el servicio de celadores de urgencias, pasando por el personal de enfermería hasta el personal médico, recibí el más exquisito y profesional trato que cualquier enfermo pueda desear, amén de la limpieza y organización del centro hospitalario. Lamento no poder disponer de los nombres de cuantos profesionales me atendieron: cito a la doctora Inmaculada Ruiz Díaz y su equipo, por firmar el alta. Y felicito también a la dirección de este gran hospital.