Oído en una comunidad después de los aplausos de las ocho:

«Queridos vecinos, los que estáis asomados y los que escondidos me escucháis. Quiero dar un ¡viva! por todos nosotros. Por los rojazos y los fachosos, por los que no saludan, por los que ensucian el portal, por los que oímos sus gemidos en los dormitorios y por los que no, por los que huyen el saludo y fintan por el pasillo, por los del Barça, que así revienten, y los del Madrid. Por los heterosexuales, los «gayses» y otras variantes, incluso las surgidas en estos días de reclusión. Por los que nunca han dicho nada razonable, ni lo dirán. Por los que no dicen nada más que pegos. Por esa que sabe que me gusta, sí tú, tú. Por los que no sabemos ni cómo se llaman ni a que se dedican. Por los alquilados que también son vecinos con todos los derechos aunque alguno no se lo crea. Por los que viven unos enfrente de otros y después de más de cuarenta años no se han visto en ropa interior (hay que tener mala follá). Por los que dejan el coche estorbando en la cochera, Por los aficionados a los anónimos en el buzón, que todos conocemos. Por el que se cagó en el portal (a ese cabrón me gustaría a mí trincarlo). En fin, por todos nosotros, para que sigamos siendo exactamente iguales una vez que superemos este encierro. ¡Viva!