La cuarta cumbre más alta de la Subbética y de toda la provincia de Córdoba está en la sierra de Rute. Recibe el significativo nombre de Sierra Alta, y desde sus 1.325 metros de altitud se puede disfrutar de una de las mejores panorámicas de la geografía andaluza, con vistas a numerosas sierras de las provincias de Córdoba, Jaén, Málaga y Granada, y alguna de la de Sevilla. Para llegar a la cumbre y vértice geodésico de Sierra Alta podemos partir del mismo pueblo de Rute por cualquiera de las varias rutas que ascienden hasta la torre del Canuto o hasta el repetidor de televisión y antenas de telefonía que se disponen justo detrás de dicha atalaya medieval, una de las cuales han intentado camuflar como si fuera un árbol.

Hasta aquí llega una pista que tiene su origen en la carretera CO-8212, de Rute a las Lagunillas, a unos cuatro kilómetros de la primera población. Este carril asciende hasta un collado de 1128 metros de altitud contiguo al cerrillo de la Buitrera, para luego descender hasta el cerro de las antenas, que se dispone a una cota algo más baja, a unos 1.004 metros de altitud.

DOS SENDEROS // Justo en este punto de inflexión, donde cambia la pendiente, parten dos senderos: uno se dirige al cerro de las Cruces, del que ya hablamos la semana pasada, y el otro se encamina a Sierra Alta, hacia donde hoy dirigimos nuestros pasos. Este sendero sube, en recorrido casi rectilíneo, hacia la parte más oriental de la Sierra de Rute, a través de un matorral de aulaga y romero, al que dan sombra algunos pinos de repoblación.

Esta parte de la sierra, muy regulada y sin apenas abarrancamientos, asemeja a una gran dolina abierta o más bien a una antigua cavidad o diaclasa ensanchada. Las vistas desde estas alturas son extraordinarias, con panorámicas inolvidables del brumoso embalse de Iznájar y del estrecho desfiladero que ha formado el arroyo de las Herreras, conocido como la Hoz; y al fondo, las montañas de Málaga y Granada.

En el recorrido veremos alguna que otra antigua calera y enormes torrentes de piedra, que reflejan el importante papel que han podido desempeñar los procesos periglaciares de crioclastia hielo-deshielo ocurridos en las últimas fases frías pleistocenas, aunque se puede comprobar que esta acción de los fríos parece haber afectado preferentemente a las vertientes septentrionales, y más en concreto a las exposiciones noroeste, siempre por encima de los 1.000 metros y tan sólo a litologías dolomíticas.

Esta acción periglaciar generó gran cantidad de clastos, escombros de gravedad y derrubios de ladera de varias generaciones. El sendero culmina en un cercado, levantado por la Administración para llevar a cabo un proyecto de reintroducción de la cabra montés en estas sierras, que nunca llegó a realizarse.

LA MARGARITA DE RUTE // Atravesaremos el marco de hierro de lo que pudo ser la cancela de acceso y ascendemos en paralelo a la alambrada, por sinuosas sendas abiertas por el paso de las cabras, hasta llegar a la cresta de la sierra. El paso del tiempo, y del ganado, ha deteriorado la cerca en algunos puntos, por lo que no tendremos ninguna dificultad para atravesar al otro lado y, siguiendo la cuerda de la sierra hacia el oeste, llegar al punto más elevado de la misma. Debemos de avanzar por un pedregoso lapiaz. En los pocos lugares donde algo de tierra se acumula encontramos algunas encinas achaparradas, matorrales almohadillados y espinosos, erguidos tallos de gordolobo y algunas clavelinas de bello color rojizo.

Pero la auténtica joya de este paraje es una especie de margarita de color amarillo que se ha convertido en símbolo de toda la sierra de Rute. Se trata de uno de los tres endemismos locales del subbético cordobés -o sea, en todo el mundo no se encuentran nada más que aquí- considerados como tales, hasta el momento. El epíteto, rutea, fue dado por Salvador Talavera, catedrático de Botánica del Grupo de Investigación de Ecología Reproductiva de Plantas de la Universidad de Sevilla, en honor del pueblo de Rute, en cuyo término fue descubierta. En el Atlas y libro rojo de la flora vascular amenazada de España se dice que se trata de una especie no protegida legalmente, endémica de la Subbética cordobesa, con menos de 500 individuos distribuidos en tres poblaciones pequeñas, que tienen área de ocupación muy restringida, y que su principal amenaza es el pastoreo. Vive en fisuras de rocas calcáreas, con orientación noroeste, del piso mesomediterráneo. De las tres poblaciones, la de mayor área de ocupación (402.267 metros cuadrados) es la de la sierra de Rute, aunque su densidad es muy pequeña (0,0053 individuos por metro cuadrado). Las otras dos poblaciones se localizan en Sierra Gallinera, donde ocupa un área de 364 metros cuadrados con una densidad media de 0,25 individuos por metro cuadrado; y en Sierra Horconera, con una densidad de 0,11 individuos por metro cuadrado.