El noveno concierto de la temporada de abono de la Orquesta de Córdoba programa, bajo el título Grandes amigos, grandes músicos, dos obras que comparten tonalidad y cuyo carácter parece ir a contracorriente de las circunstancias en las que fueron compuestas. Manuel Hernández-Silva, director invitado, retornará al podio de la formación cordobesa tras varios años de ausencia, después de haber sido su director titular.

La Sinfonía nº 39 en mi bemol mayor, KV 543, de Mozart, finalizada en junio de 1788, nunca fue ejecutada en vida del autor -al igual que las dos siguientes, que cierran su ciclo sinfónico-. La vida del salzburgués atravesaba un periodo de terribles dificultades: Don Giovanni, que había triunfado en Praga, no llegaba a ser apreciada por los vieneses y la situación económica y material del compositor era alarmante. Nada de esto puede advertirse en la obra que escucharemos; la tonalidad de mi bemol era característica de la antigua aria d´affetto, expresiva y generalmente de tempo pausado. La búsqueda de los colores -dados por la instrumentación y la armonía- apunta también a una clave masónica, a la que está ligada la tonalidad y el empleo del clarinete (instrumento masónico por excelencia), lo que ha llevado a titular esta obra en ocasiones Sinfonía masónica. El ideal espiritual de Mozart emerge de forma deslumbrante, todo alegría y gravedad, confianza y lucidez. Un ideal que encuentra aquí una de sus expresiones más perfectas (Tranchefort).

Estrenada en Leningrado en noviembre de 1945, la Sinfonía nº 9, en mi bemol mayor, Op. 70, fue compuesta durante el mes de agosto anterior y anunciada por la prensa soviética como obra dedicada a «nuestra gran victoria». Tras el triunfo mundial de su dramática séptima y el éxito de la monumental octava -sus dos sinfonías de guerra-, Stalin esperaba una sinfonía triunfalista para la memoria colectiva y se encontró con un enigmático scherzo sinfónico en miniatura, lo que causó durísimas críticas contra Shostakovich -la de actitud apolítica entre ellas, extremadamente peligrosa en la Rusia stalinista al preceder a la de actitud antisocial, que equivalía prácticamente a la ejecución o al Gulag-.

La obra se acerca en su primer movimiento al modelo neoclásico, aún cuando el compositor utiliza su propio lenguaje armónico para desarrollar dos temas de carácter caprichoso y alegre antes del Moderato, de gran sencillez, sutil, íntimo y pleno de matices armónicos y cromáticos. Los tres últimos movimientos se encadenan sin interrupción y es el Largo el único de tintes dramáticos. Nada de épica tras la guerra. Demasiado para Stalin.

CÓRDOBA

GRAN TEATRO

JUEVES 9

20.30 HORAS